Durante la conquista de Sebastopol, los alemanes tuvieron que hacer frente a una poderosa barrera defensiva al norte de la ciudad. La mayor de estas posiciones fue la batería Nº 30, o conocida por los alemanes como ‘Maxim Gorki I’.
La palabra gorki en ruso significa ‘amargo’, lo que se adapta bien a la personalidad del literato y revolucionario Alexei Maximovich Pechkov (1868-1936), quien había adoptado este pseudónimo.
Pero sobre todo esta palabra coincidiría con los acontecimientos que estaban a punto de suceder. ‘Maxim Gorki I’ fue el escenario de una lucha amarga y a la vez valerosa por parte de los defensores soviéticos. Esta es su historia.
A LA CONQUISTA DE SEBASTOPOL.
Es 12 de septiembre de 1941 y el sol está en su plenitud, los regimientos de la División de Infantería 73º ven acercarse un anticuado avión Fieseler Fi 156 Storch, y ya todos saben quien va adentro. Se trata indudablemente del General Eugen Ritter von Schobert, comandante del Onceavo Ejercito alemán, en una de sus visitas diarias hacia el frente.
Pero algo va mal, un espeso humo negro sale del motor de la aeronave. Las tropas se llenan de nerviosismo y se preguntan: ¿podrá llegar al aeródromo?
Es demasiado tarde, debe hacer un aterrizaje forzoso; pero aun algo peor sucede. El terreno ocupado por los alemanes es demasiado escarpado y la única área posible para descender es en “tierra de nadie”.
La aeronave toca tierra, rebota una y otra vez más sobre sus ruedas de goma, pero se estabiliza; lo único que resta es detenerse. Parece que los soviéticos no se percataron de este aterrizaje, nadie abre fuego. Sin duda un aterrizaje con suerte… o no?
La aeronave continúa en movimiento, hasta que de pronto se parte a la mitad envuelta en llamas. Los soldados alemanes que miraban fijamente el desenlace no podían creerlo. El General y su piloto habían muerto, pero cual fue el motivo?
El aterrizaje había sido realizado con mucha destreza por parte del piloto, el problema fue el lugar. Durante la retirada de los ejércitos soviéticos en el frente Sur, se había plantado una extensa red de minas antitanque para frenar el arrollador avance de las unidades Panzer. Sin duda una de estas minas fue la que destruyó el avión de von Schobert.
Veinte minutos después de este hecho, la noticia ya había llegado a oídos de Hitler. Tras una breve conferencia en la Wolfsschanze junto al Mariscal Keitel y el General Jodl, Hitler ya tenia en mente quién sería el sucesor del desafortunado General.
Por supuesto tendría que ser un comandante brillante, un genio militar que ya hubiera probado su valía en el campo de batalla, pero sobre todo que gozara de la confianza de Hitler.
El comandante elegido no era otro sino el General de Infantería Erich von Manstein, el principal genio del plan para derrotar a Francia. Asumiendo el mando del Onceavo Ejército el 17 de septiembre, ahora se dirigiría hacia Crimea para la conquista de Sebastopol.
MARINOS DEL MAR NEGRO, NI UN PASO ATRAS…
Von Manstein había llevado a sus tropas hacia las puertas de Sebastopol, ya que en un plazo de 12 días (18-30 de octubre de 1941) conquistó el 90 por ciento de toda la península de Crimea; ahora solo restaba capturar la fortaleza.
El avance fue lento, la barrera defensiva al norte de la ciudad había detenido muchos ataques alemanes. Un rol fundamental fue desempeñado por la batería ‘Maxim Gorki I’, la cual despidió incesante fuego contra las formaciones alemanas.
La batería ‘Maxim Gorki I’, con sus dos torretas cada una equipada con un par de cañones de 305mm provocó enormes bajas en las formaciones alemanas.
Otra de las torretas en plena apertura de fuego.
El 23 de diciembre se reportó lo siguiente al Comando de Comunicación soviética en Sebastopol:
“Una ronda de municiones de los cuatro cañones de la batería Nº 30 [Maxim Gorki I] aniquiló a un destacamento alemán compuesto de 17 hombres que habían alcanzado nuestra barrera defensiva interior, al norte del valle Belbek…”
Y el 25 del mismo mes:
“Seis municiones de la batería Nº 30 alcanzaron a una formación de infantería enemiga compuesta de alrededor de 30 hombres. Once de ellos murieron, y se tomaron prisioneros a ocho heridos.”
Elaboración propia en base a Google Earth.
Ubicación de la batería con respecto a la ciudad y las formaciones alemanas. Diciembre 1941.
Todo el ataque había sido una carnicería, von Manstein oficialmente canceló el ataque sobre Sebastopol el 30 de diciembre, tal como relata en sus memorias:
“Para entonces, la fuerza de todas las unidades se había agotado, y el 30 de diciembre los Comandantes de las divisiones reportaron que no se debería albergar esperanzas de éxito en futuros intentos de ataque. Después de urgentes comunicados telefónicos a través de Grupo de Ejércitos Sur, finalmente se había convencido a Hitler. El Cuartel General del Onceavo Ejército recibió órdenes para detener el ataque.”
Scan del libro “Blood and Iron” de C. G. Sweeting.
Erich von Manstein junto al Comandante del 28º Jäger Division, en una de sus, según Osprey, raras visitas al frente.
Ahora nos encontramos en mayo de 1942, y ya una nueva ofensiva sobre Sebastopol había sido proyectada para llevarse a cabo en los primeros días de junio.
El General von Manstein decidió realizar una visita al Cuartel General del XXX Cuerpo de Ejército (ubicado en el poblado de Foros, en el extremo sur de Crimea) para supervisar los preparativos de la batalla. Su único medio disponible era una anticuada lancha rápida italiana que, a pesar de todo, realizó un buen trabajo. De regreso hacia Yalta, donde Manstein había instalado su residencia temporal, sucedió una tragedia.
Mientras el General von Manstein estaba abstraído en una conversación con el Capitán von Wedel (Comandante portuario de Yalta), su embarcación fue atacada sorpresivamente por dos cazas soviéticos, cubiertos por el enceguecedor sol y silenciados por el ruidoso motor de la lancha. El ataque no había durado más de tres segundos, pero fue mortal.
El Capitán von Wedel, sentado al lado de Manstein, había recibido un disparo que le destrozó el pecho, muriendo instantáneamente; en esos tres segundos, siete de los dieciséis tripulante habían muerto. Pero una pérdida tocó personalmente a Manstein. El Sargento Fritz Nagel, chofer y compañero fiel de von Manstein desde 1938, había caído a los pies del General con una profunda herida en el muslo.
Manstein en persona llevó a Nagel al hospital militar de Yalta, pero fue muy tarde, había perdido mucha sangre y para el anochecer ya había dejado este mundo. Al día siguiente se organizó un hermoso entierro, cuya despedida final fueron las palabras de von Manstein:
"A través de los años compartimos la rutina diaria y los acontecimientos principales que nos convirtieron en amigos. Esta unión de amistad no puede ser separada ni por la bala cruel que te lastimó. Mi gratitud y afecto leal, los pensamientos de todos nosotros te acompañan más allá de la tumba… hacia la eternidad. Descansa en paz y adiós, mi mejor camarada".
Seguidamente un destacamento de guardia efectuó el disparo de varias rondas de salva con sus fusiles.
Pero al mismo tiempo que esto ocurría, al noroeste, a 50 kilómetros de este punto, otros disparos se efectuaron pero con un objetivo muy diferente. Se trataba de los cañonazos de revisión que efectuaban los ingenieros de artillería a cargo de los dos morteros gigantes Karl Gerät 040 de 600mm, denominados Thor y Odín. Así, los dioses escandinavos habían sido despertados.
Alemania produjo siete de estos morteros gigantes Karl Gerät 040 de 600mm, dos se emplearon sobre Sebastopol. En la imagen aparece el denominado Thor.
La fecha indicada ya había llegado, era el 2 de junio de 1942, horas 0540. Manstein había planeado una apertura realmente decisiva para el ataque, no una usual de solo una o dos horas de fuego concentrado de la artillería y la Luftwaffe seguidos por una carga de infantería, sino un bombardeo de cinco días, a plena luz del día y durante la noche, las 24 horas.
El VIII Cuerpo Aéreo del General barón von Richthofen hizo volar 1.000, 1.500, e incluso 2.000 misiones al día, "Ataque continuo” fue el término de los expertos de la fuerza aérea para este tipo de bombardeo.
Piloto alemán ubicando su objetivo de bombardeo en Sebastopol.
Objetivo alcanzado.
La batería ‘Maxim Gorki I’, siendo el principal emplazamiento defensivo al norte de la ciudad y cubriendo el área por donde el principal ataque de la infantería alemana tomaría lugar, fue el primordial objetivo del ataque.
Los dos morteros Karl Gerät 040 fueron ubicados a unos tres kilómetros al norte de ‘Maxim Gorki I’, tenían como objetivo neutralizar a esta gran batería, por ello entraron en acción desde el primer minuto del ataque. Las tropas soviéticas que se encontraban en sus inmediaciones sufrieron las terribles consecuencias de las explosiones, incluso aquellos que se hallaban a cierta distancia del impacto de estas enormes municiones sufrían consecuencias físicas horribles, desde el estallido de los tímpanos hasta hemorragias internas.
Mortero gigante Karl Gerät 040, en este caso Thor, haciendo apertura de fuego.
Pero a pesar del constante bombardeo de la artillería y la Luftwaffe, ninguna de las dos torretas de la batería fue alcanzada, por ello el 5 de mayo entró en acción la mayor arma construida durante la guerra.
Tal fue la fascinación por esta descomunal arma, que von Manstein y el dictador rumano Antonescu se reunieron temprano en la mañana para ver la apertura de fuego. Equipados con unos protectores de oído especiales, fueron testigos de la entrada en acción de esta proeza de la ingeniería moderna; pero fue solo eso, proeza de la ingeniería moderna, ya que ‘Dora’ o a veces llamada ‘Gran Gustav’ con sus 800mm de calibre, no era nada precisa; la munición más cercana que llegó hacia la batería ‘Maxim Gorki I’ impactó a una distancia de 50 metros.
Scan del libro “Lost Victories” de Erich von Manstein.
Manstein y el dictador rumano Antonescu, siguiendo el acto protocolar.
Scan del libro “Blood and Iron” de C. G. Sweeting.
Fotografía del cañón ‘Dora’ (o a veces llamada ‘Gran Gustav’) apenas acabada de ensamblar. Noten el descomunal contraste en tamaño con los soldados. Bakhchisaray (Crimea) junio de 1942.
Scan del libro “Blood and Iron” de C. G. Sweeting.
Tansportada desde el Reich hacia el frente por medio de cinco trenes (en un total de sesenta vagones) y poseyendo su propio Estado Mayor y batería antiaérea, el cañón ‘Dora’ no fue más que un “elefante blanco”.
Scan del libro “Blood and Iron” de C. G. Sweeting.
Munición de un cañón ‘Dora’ recuperada por los Estados Unidos. El “pequeño” que aparece al lado es el Coronel F.B. Porter, que con sus 1.82m de alto es eclipsado por el enorme proyectil.
Pero a pesar de tal imprecisión, esta generaba reacciones poco conocidas hasta la fecha, tal como cuenta un veterano soviético que se encontraba dentro de la batería por aquellas fechas:
“Cuando uno de estos monstruos impactaban en nuestra posición, aun encontrándonos a más de 10 metros bajo tierra, sentíamos la fuerza que ejercía, provocando bruscos cambios en la presión del aire y dolorosos zumbidos en los oídos…”
Finalmente a las 1700 horas del 6 de junio, la torreta Este fue alcanzada por una munición de Karl Gerät, poniendo uno de sus cañones fuera de servicio y el otro parcialmente averiado. Con este hecho se esperaba que el ataque de la infantería no tuviera demasiados problemas por el fuego despedido desde este recinto, bueno, tendrían que probar su suerte.
Elaboración propia en base a Google Earth.
Principales posiciones de la artillería y fuerza aérea alemana dirigiendo su fuego contra ‘Maxim Gorki I’.
Área alrededor de las torretas de la batería muestra el efecto del bombardeo.
A las 0350 horas del 7 de junio, se lanzó el esperado ataque de la infantería. En su camino encontraron los estragos del bombardeo de cinco días; las unidades tenían la sensación de estar en la superficie de la luna, se movían de cráter en cráter. Pero les sorprendió aun más el hecho de que muy pocas posiciones soviéticas hubieran sido destruidas.
Las líneas de trincheras aún estaban intactas, así como la red de minas antipersonales y antitanque; los fortines de concreto se mantenían en pié, y la extensa maraña de alambre de púas solo había sido cubierta por un poco de tierra. Las divisiones de asalto llegaron a la conclusión de que las defensas no solo no habían sido destruidas, sino que en comparación con el anterior año, estas habían sido reforzadas.
Durante los seis meses de “tregua” antes del segundo ataque alemán, el Capitán Georgy Alexander (Comandante de la batería) y el Comisario Superior Yermil Soloviev, llevaron adelante un exhaustivo plan para potenciar las defensas del sector circundante a ‘Maxim Gorki I’; la consigna era clara: Ni un paso atrás.
Capitán Alexander (izquierda) y el Comisario Superior Soloviev en una distendida conversación al interior de la batería.
Scan del libro “Sevastopol 1942” ed. Osprey.
Cartel soviético alentando a los defensores de Sebastopol.
Marinos del Mar Negro
¡Ni un paso atrás!
derrotemos a los fascistas
en Sebastopol.
¡Ni un paso atrás!
derrotemos a los fascistas
en Sebastopol.
La División de Infantería 132º tenía como objetivo descender desde el norte y noreste de la batería con dirección hacia la bahía Severnaya, pero en su camino tuvo que atravesar obstáculos inimaginables. Las unidades de reconocimiento no pudieron avanzar más de lo que el grueso de la división pudo hacerlo, la resistencia fue tenaz, la 95º División de Rifle soviética era la encargada de frenar el avance por este sector. Durante el primer y segundo día del ataque, los alemanes no pudieron ganar ni un solo centímetro dentro del perímetro defensivo de trincheras y fortines, y lo que era peor, siendo objeto de constantes contraataques soviéticos.
Finalmente, el 9 de junio la división alemana pudo avanzar unos cuantos cientos de metros, no sin grandes pérdidas, seguidos de los batallones de ingenieros, quienes empezaban a clarificar el campo de minas para que las unidades de artillería parcialmente motorizadas pudieran abrirse camino. El trabajo era lento y peligroso, ya que los soviéticos no solamente plantaban minas en un área en específico, sino que incluso lo hacían <entre sus propias líneas de defensores > tal como von Manstein relata en sus memorias.
Fue justo en este momento cuando los ingenieros hacían uso de sus detectores de minas, que un contraataque soviético fue lanzado. Hubo un tremendo caos, más que una retirada fue una desbandada, muchos de los soldados e ingenieros saltaron por los aires producto de las minas no retiradas. El contraataque soviético fue contenido, pero las bajas en ambos bandos fueron muy altas, lo que dio pasó a una “guerra de trincheras” con pequeñas escaramuzas.
Scan del libro “Soldat. The german soldier on the Eastern Front (1)” ed. Concord.
Soldados alemanes atrincherados después de su imposible avance sobre la batería.
Tras un avance nocturno con un alto costo en bajas, la 132º División de Infantería alemana pudo abrirse camino hasta el perímetro de la batería durante las primeras horas del 11 de junio. Pero inmediatamente fueron avistados por observadores soviéticos quienes reportaron su posición exacta; algunas armas de artillería que aún mantenían el valle Belbek, así como la batería ‘Maxim Gorki I’, abrieron fuego contra la diezmada unidad alemana.
Había sido suficiente, el regimiento 437 de la División 132º ya no podía más, por ello tuvo que ser retirado de la batalla para poder reforzarlo. Su lugar en el ataque fue ocupado por el Regimiento de Infantería 213º (solo dos batallones presentes) que, a pesar de pertenecer a la división 73, ahora se encontraba adscrita a la exhausta división 132º.
Scan del libro “Sevastopol 1942” ed. Osprey.
Coronel Otto Hitzfeld, comandante del Regimiento de Infantería 213º.
Pero la situación no fue mucho mejor con la llegada de este regimiento; lanzando un ataque tras otro el resultado era el mismo: un fracaso tras otro.
Era todo, la paciencia de Hitler había llegado a su fin. Argumentando, y con justificación, que en nueve días de lucha en este sector solo se había avanzado dos kilómetros, presionó a Manstein para que lanzara un poderoso ataque en todos los frentes alrededor de Sebastopol a las 0500 horas del 17 de junio.
El sol ya se podía vislumbrar en el horizonte y todo apuntaba a que sería otro caluroso día. La artillería y la Luftwaffe precedieron a las unidades de ataque con un concentrado fuego; los sobrevivientes de la 95º División de Rifle soviética, conocedores de que un gran ataque era precedido por esta acción, comenzaron a replegarse al Este, hacia la localidad de Lyubimovka, permaneciendo en el sector defensivo hacia la batería solo un reducido número de desafortunados hombres.
El avance del regimiento 213º fue relativamente rápido, para las 1020 horas ya habían alcanzado ‘Bastión’, distante a 600 metros al este de las torretas. Pero cuando todo parecía controlado, fueron objeto de un desesperado contraataque soviético, el cual fue rápidamente contenido; los soldados soviéticos que sobrevivieron se replegaron al interior de la batería.
‘Maxim Gorky I’ no era solamente un emplazamiento de cañones, su recinto interior estaba constituido por dos niveles de 130 metros de largo y 50 de ancho, con un sin fin de estancias, entre las cuales se hallaban una cantina, cocinas, comedores, dormitorios, baños, talleres, almacenes de munición, etc. Cada cuarto y cada corredor estaba protegidos por puertas de acero dobles, que se cerraban herméticamente. Todo este complejo estaba conectado hacia el Este con su Centro de Observación y Control de Fuego mediante un corredor interior de 600 metros, este centro fue conocido por los alemanes como ‘Bastión’ al creer que era un punto de defensa independiente.
Elaboración propia en base a Google Earth.
Ruta de ataque del Reg. Inf. 213º sobre ‘Maxim Gorki I’.
Vista aérea del complejo de la batería pocos días después de acabada la lucha por este sector.
Captura de Google Earth.
Misma vista en la actualidad, casi al milímetro.
Mientras la infantería mantenía el control del sector, los ingenieros de asalto del Pionier-Bataillon 132, junto con la primera compañía del Pionier-Bataillon 173, procedieron a detonar de forma sistemática los búnkeres de concreto y otras fortificaciones a los alrededores de ‘Bastión’. Pero un hecho fuera de lo común impactó profundamente a estos hombres.
Un fortín que había recibido un tiro directo fue el lugar de una tenaz resistencia por parte de diez sobrevivientes que “combatieron como demonios” al verse totalmente aislados de su unidad. Siendo concientes de que el ingreso a esta fortificación sería el punto por el cual los ingenieros de asalto arrojarían cargas de demolición o granadas, apilaron los cadáveres de sus camaradas caídos como sacos de arena para obstruir este acceso.
"¡Lanzallamas adelante!" gritó un oficial alemán.
Entonces un destacamento de estos ingenieros especializados dirigieron sus flamas contra la horrible barricada. Algunos soldados alemanes vomitaron por la terrible imagen y olor de los cuerpos calcinándose bajo un sol abrasador. No fue hasta la tarde que cuatro rusos, temblando y completamente acabados, emergieron de la chamuscada barricada. Se entregaron después de que su comisario político se había pegado un tiro en la cabeza.
Scan del libro “Hitler`s defeat on the Eastern Front” de Ian Baxter.
Ingenieros de asalto alemanes haciendo uso de esta terrible arma, cubiertos por un soldado de infantería, durante su avance sobre ‘Maxim Gorki I’.
Scan del libro “Blood and Iron” de C. G. Sweeting.
Un ingeniero de asalto (el que se halla al frente) se mueve velozmente para colocar una carga de demolición sobre una posición cercana a ‘Bastión’.
Un fortín de ‘Bastión’ en manos alemanas.
Vista parcial de ‘Bastión’ en la actualidad, poco apreciable debido a la maleza.
Otras posiciones que aun quedan en pié demuestran que ‘Bastión’ era un verdadero complejo.
Concientes de que un precipitado ataque sobre las torretas de ‘Maxim Gorki I’ sería una carnicería, las unidades alemanas en este sector no tuvieron otra opción que esperar nuevas órdenes, soportando el terrible olor del campo de batalla debido a incontables cuerpos acumulados durante dos semanas de ataque, sobre los cuales grandes nubes de moscas zumbaban incesantemente.
Para las 1600 horas ya se había tomado una decisión, el ataque sobre las torretas de la batería sería llevado a cabo solamente por el batallón de ingenieros. Por ello se envió una escuadra de Stukas para que allanara el camino hacia las torretas, dando como resultado, a las 1630 horas, la destrucción de la intacta torreta Oeste.
Ataque aéreo sobre las torretas de la batería.
Vista aérea de la torreta Oeste, a su alrededor se puede observar, aunque someramente, los cráteres producto del bombardeo.
Toma aérea de la torreta Este vista desde el interior de la carlinga de la aeronave, con seguridad después de finalizada la lucha.
El punto de partida de los ingenieros de asalto fue a 400 metros al este de las torretas. Arrastrándose desde un cráter de bomba a otro, un equipo de seis hombres al mando del Teniente Bacherl estuvieron lo suficientemente cerca de la torreta Este como para lanzar cargas de demolición y granadas de mano a través de los huecos en la cúpula acorazada, eliminando a algunos defensores y conduciendo a otros más profundo aun. Con otra carga pusieron fuera de acción al último cañón operable de la batería.
Los cuatro cañones de 305 mm. de la batería "Maxim Gorki I", que desde el 2 de junio habían disparado 700 proyectiles, ahora habían sido totalmente silencios.
Las pérdidas alemanas aquel 17 de junio fueron muy altas, solamente los ingenieros de asalto, que en los papeles tendrían que desempeñar una labor casi secundaria, habían tenido siete hombres asesinados y 47 heridos durante su avance hacia la batería. Un ataque precipitado al interior de las torretas sería un suicidio, por ello no tuvieron otra cosa que hacer más que descansar y prepararse para el siguiente día de lucha, después de todo, el destino de ‘Maxim Gorki I’ estaba sellado.
Ahora tomemos nosotros también un pequeño descanso para conocer un poco sobre la composición y poder de fuego del batallón de ingenieros (Pionier-Bataillon) que atacaría la batería.
Von Manstein asignó dos pionier-bataillon a cada una de sus divisiones. La División 132º, que atacaba por el sector de ‘Maxim Gorki I’, tenía bajo su mando al Pionier-Bataillon 132 y 173, es así que para poner fin a los defensores de la batería, asignó a todo el batallón de ingenieros 132 y a la primera compañía del 173.
Cada Pionier-Bataillon en Sebastopol estaba compuesto por un promedio de 386 hombres, equipados con 10 a 12 lanzallamas, 28 a 30 detectores de minas, 3,000 kilogramos de explosivos de alto poder (incluyendo 6 a 8 cargas de 50 kilogramos de peso cada uno, y 16 de 12,5 Kg.), 2,200 granadas de mano y 500 de humo. Además tenían la orden expresa de solicitar a las unidades de aprovisionamiento, la dotación de material inflamable para usarlas contra instalaciones subterráneas.
Las unidades de ingenieros también procuraban estar en mejor condición que sus contrapartes de la infantería, alineando de dos a tres oficiales y de seis a ocho suboficiales por compañía, contra solo un oficial y tres suboficiales en la mayoría de las compañías de infantería luchando en Sebastopol.
Scan del libro “Sevastopol 1942” ed. Osprey.
Un ingeniero de asalto se abre paso a través de la extensa red de alambre de púas que protegía a ‘Maxim Gorki I’.
Un hermoso día amaneció, parecía ser la fecha en que toda resistencia acabaría, aquí, desde el emplazamiento que había acabado con las vidas de tantos alemanes.
A las 0630 horas, un traductor ruso se acercó a la torreta Este y, a través de un boquete en la cúpula producto de la carga explosiva detonada el día anterior, pidió la rendición de toda la guarnición en el interior de la batería, exhortación que fue respondida con disparos de fusil e injurias por traidor.
Ahora estaba claro, el comandante del Pionier-bataillon 132º había llegado a la conclusión de que solo conseguirían poner fin a la guarnición ya fuese asfixiándolos o quemándolos.
Unos minutos más tarde se dio la orden para que un destacamento de ingenieros trajera varios barriles llenos de gasolina, 300 litros en total, quienes luego procedieron a verterlos por la torreta Este; el objetivo era uno solo: incinerar hasta el último hombre en este recinto.
Un ingeniero se acercó hacia la torreta llevando una cargada pistola de bengala en la mano, disparó y corrió de regreso para cubrirse. Inmediatamente el fuego empezó a consumir el recinto, y un minuto después se oyó una poderosa explosión en el interior de la batería, probablemente debido al estallido de los recintos que funcionaban como polvorines. Una espesa humareda negra se levantó a través de la torreta, lo que se asemejaba a un volcán a punto de hacer erupción.
Un par de horas después, dos rusos completamente cubiertos de hollín y con graves quemaduras, emergieron por una de las aberturas de la cúpula para poder entregarse. Bajo interrogación dijeron que gran parte de la guarnición quería rendirse, pero fueron prohibidos de hacerlo a punta de pistola por los oficiales y comisarios políticos.
Seguros de que los sobrevivientes de la guarnición se habían replegado hacia la torreta Oeste, empezaron a traer otros barriles de combustible para poder utilizarlos contra este recinto. En vez de verter el líquido al interior de la torreta, los ingenieros alemanes bajaron los barriles llenos de combustible a través de un hoyo producto del bombardeo, y la encendieron con cargas de demolición que también habían sido bajadas. El resultado no fue satisfactorio, ya que las llamas no se filtraron lo suficientemente profundo como para alcanzar los recintos más bajos; después de un par de horas, el fuego se consumió.
Ya empezaba a oscurecer, por ello los alemanes pararon las acciones de este día.
Torreta Oeste ardiendo en el interior. Una de las fotografías de ‘Maxim Gorki I’ más conocidas, que sin embargo es posada.
Misma torreta vista desde otro ángulo.
A las 0900 horas del 19 de junio, los ingenieros descendieron 500 kilogramos de explosivos a seis metros por debajo de la torreta Este. Su detonación arrojó el techo blindado a diez metros de distancia y levantó uno de los cañones a 45 grados. Poco después, siete soldados soviéticos salieron para rendirse, ya no podían más.
Torreta Este con uno de sus cañones a 45 grados.
El techo blindado de la torreta Este fue arrojado a diez metros de distancia.
Un par de horas más tarde, un caucasiano que hablaba un poco alemán, emergió y ofreció la rendición de una parte de la guarnición. Después de un acuerdo, o más bien promesa, de que no serían fusilados, 117 soldados soviéticos, entre ellos dos tenientes, emergieron todos totalmente ennegrecidos, algunos con graves quemaduras y completamente sordos. Según varios soviéticos, unas 150 personas permanecían en el interior, entre ellos el comandante de la batería Capitán Alexander, varios oficiales, seis enfermeras y un niño, la mitad de ellos heridos o agonizando.
De acuerdo con varios prisioneros, el combustible vertido por las torretas había encendido todo objeto inflamable y la carga explosiva descendida había matado a muchos hombres y dejado sordos a varios. Pero a pesar de todo, la corriente eléctrica en el interior seguía funcionando perfectamente, así como la línea telefónica que, mediante su tendido subterráneo, permitía una constante interacción con el Comando de Comunicación soviética en Sebastopol.
Al día siguiente, los alemanes continuaron con sus esfuerzos para eliminar a los restantes defensores soviéticos. Para el medio día los ingenieros habían acumulado explosivos, 230 Kg. en cada torreta, y mientras se preparaban para bajarlas, los soviéticos generaron una "contra-explosión" desde lo profundo de la torreta Este, lo cual encendió aquella carga explosiva en la superficie. Un oficial y dos soldados de ingeniería alemanes resultaron muertos.
Los 230 Kg. de explosivos en la torreta Oeste se encendieron según lo previsto, lo que provocó una gran explosión y mucho humo.
Ingenieros tratan de cubrirse tras haber accionado las cargas explosivas en la torreta Oeste.
A las 1800 horas, unos violentos golpes se oyeron desde la torreta Este, una oferta de rendición por parte de un soldado soviético fue contestada con disparos. Ahora no habría perdón para nadie.
Durante las horas siguientes, los alemanes oyeron los lamentos y sollozos de este hombre, quien ya no podía resistir este infierno.
En la madrugada del 21 de junio, dos soviéticos (seguramente uno de ellos siendo quien intentó salir con anterioridad) completamente ennegrecidos habían emergido desde la torreta Este, provocando zozobra entre los alemanes que aún dormían. Declararon que los pisos superiores de la batería todavía estaban ardiendo, y que unos 100 soldados, incluyendo a los oficiales, las mujeres y el niño, habían ardido o se sofocaron hasta morir. Argumentaron que desearon rendirse antes, pero se lo habían impedido disparos desde el interior y también del exterior de la torreta.
En la imagen, un soldado soviético deja el infierno de ‘Maxim Gorki I’ para pasar al destino incierto de los campos de prisioneros.
El fuego y humo seguía emanando por la batería durante todo el 22 de junio. Esa noche, el Pionier-Bataillon 132 y 173 entregaron la asediada batería a la 3ª compañía del Pionier-Bataillon 24, quienes siguieron con la operación para limpiar el interior de la instalación.
Periódicamente vertían más combustible por las torretas, pero muy pocos se rendían, todos ellos confirmando que existían más personas en el interior.
Finalmente el 25 de junio se detonaron 500 Kg. de explosivos en ambas torretas, provocando enorme daño en el interior. Los pocos soviéticos que aún resistían estaban en constante comunicación con el centro de operaciones del Vicealmirante Filip Oktyabrsky, enviando un informe cada treinta minutos. Ahora se habían auto aislado en el interior, guarneciéndose en los recintos sellados por puertas de acero doble, fabricadas especialmente para hacer frente a ataques químicos.
Un par de horas más tarde, el Capitán Alexander decidió intentar salir de la batería por medio del túnel que conectaba este recinto con ‘Bastión’. Eventualmente tuvo éxito en salir de la instalación a través de la poterna que se hallaba a la mitad de la longitud del túnel.
Tunel de 600 metros que conecta a las torretas con ‘Bastión’. Por este recinto, hace 70 años, el Capitán Alexander trató de escapar del cautiverio alemán.
Poterna lateral por donde salió el Capitán Alexander.
La misma poterna ahora con fuerte presencia alemana.
Pero su suerte no duró mucho, a primeras horas del 26 de junio fue capturado en cercanías de la costa, al parecer intentó encontrar una embarcación para poder ser evacuado. Es en este punto que la historia sobre el destino del Capitán Alexander se pierde entre versiones opuestas una de la otra.
La versión oficial alemana dice lo siguiente:
“El 26 de junio [de 1942] el comandante de la batería, el Capitán Georgy Alexander, fue capturado vistiendo ropa civil y ocultando armas debajo ella. Después de una interrogación, fue fusilado de acuerdo a ley.”
Y von Manstein en su libro Lost Victories afirma que:
“La guarnición del fuerte, que tenía varias plantas de profundidad, no se rindió hasta que nuestros ingenieros "volaron" su camino a través de las torretas y los niveles más bajos. En el transcurso de un intento de huida, el Comisario al mando fue asesinado, después de lo cual sus hombres se rindieron con el nombre de Cristo temblando entre sus labios...”
Y en contraparte la versión soviética apunta lo siguiente:
“[El Capitán Georgy Alexander] se abrió camino por entre las líneas alemanas, alcanzando el poblado de Verkhnesadovoye; pero fue traicionado ante los alemanes por un crimeo-tártaro, siendo mantenido en cautividad en Simferopol hasta 1944, fecha en que los alemanes lo ejecutaron debido a que nuestro Ejército Rojo estaba reconquistando la península de Crimea...”
Seguramente la verdad se encuentra distante de todas estas versiones.
Capitán Georgy Alexander al mando de la batería ‘Maxim Gorki I’.
Ahora su imagen cuelga en las paredes del interior de la actual batería, para que nadie olvide su coraje.
El final de la resistencia en la batería se sucedió tras la captura del Capitán Alexander, ya que los alemanes estaban seguros de que todos los comandantes habían huido. Por ello se lanzó el ataque final sobre el interior de la instalación; dicho ataque estuvo a cargo de los ingenieros de asalto, quienes alcanzaron el nivel más bajo, donde los pocos sobrevivientes se hallaban guarnecidos en galerías cerradas con puertas de metal doble.
Los ingenieros procedieron a detonar cada puerta individualmente; apegándose contra las paredes, esperaban a que las puertas de acero explotaran para luego arrojar granadas de mano a través del humo, y cuando este se disipaba, corroboraban si alguien quedaba con vida, entonces se dirigían a la siguiente puerta.
Los corredores estaban regados con soviéticos muertos; se asemejaban a seres de otro mundo, era una imagen surrealista, ya que todos ellos llevaban puestas sus máscaras de gas. El humo, como también el olor de los cuerpos en descomposición habían hecho esto necesario.
Uno de los corredores de la actual batería; imaginen este mismo recinto regado de innumerables cuerpos, lúgubre imagen de una cruel guerra.
Puertas de acero dobles, las cuales fueron detonadas una por una para así llegar a los últimos defensores.
En el siguiente corredor los alemanes repentinamente se vieron bajo fuego de ametralladora, en respuesta, granadas de mano fueron arrojadas. Entonces otra puerta de acero estalló, y así el salvaje juego empezó de nuevo.
Minuto tras minuto era una eternidad. La pelea en la batería "Maxim Gorki I" fue seguida de cerca desde Sebastopol; el oficial de radio, Teniente Kuznetsov, estaba sentado junto a su aparato receptor en el cuarto de comunicaciones, oyendo... solo oyendo.
Cada treinta minutos un informe salía desde ‘Maxim Gorki I’ (recordemos que los soviéticos la conocían como batería Nº 30) informando sobre su situación. La orden del Vicealmirante Oktyabrsky hacia todos los comandantes y comisarios había sido: "Resistencia hasta el último hombre".
De pronto se oyó otra señal de "Maxim Gorki I"; Kuznetsov escuchó y la tomó:
"Hay cuarenta y seis de nosotros aún. Los alemanes están volando nuestras puertas de metal y pidiéndonos que nos rindamos. Hemos abierto la escotilla dos veces solo para dispararles. Ahora esto ya no es posible.”
Treinta minutos más tarde vino la última señal, después de ello… nada.
No se sabe quien fue el último hombre en resistir dentro de la batería, lo que está claro es que dieron todo, incluso sus vidas.
Tras el final de la guerra, la batería fue reconstruida en su posición original. Cada torreta fue equipada con tres cañones de 305mm, viéndose aún más poderosa que antes. Luego de la desintegración de la Unión Soviética, este recinto continuó bajo administración rusa, siendo una de sus pocas instalaciones militares en territorio extranjero.
Una de las torretas de ‘Maxim Gorki I’ en 1942.
‘Maxim Gorki I’ en la actualidad.
Hoy en día, los visitantes pueden ingresar al interior de la batería con un permiso especial del comandante de la instalación, ya que continúa siendo un recinto militar. Un pequeño museo se ha establecido en el bloque principal para conmemorar la historia de la batería y el asedio de Sebastopol en 1941-42.
Con sus cinco metros de ancho y nueve de largo, este recinto no compite con los enormes museos de la Gran Guerra Patria, pero si uno lo visita jamás lo olvidará, ya que una grabación constantemente recuerda lo que se vivió allí. Se trata del audio correspondiente al último mensaje enviado desde ente recinto, que afortunadamente fue grabado por el Comando de Comunicación soviética en Sebastopol:
[Interferencia continua en el audio]
“Hay veintidós de nosotros aun.
Ningún otro mensaje será enviado en el futuro… Adiós”.
“Hay veintidós de nosotros aun.
Ningún otro mensaje será enviado en el futuro… Adiós”.
Infante de marina ruso haciendo guardia al exterior de ‘Maxim Gorki I’, heredero del heroico legado de sus antepasados.
Encontré algunos pasajes sobre la toma de la batería ‘Maxim Gorki I’ en el noticiario alemán Die Deutsche Wochenschau 616 y 618.
Este video muestra una vista aérea de la batería después de finalizada la batalla:
Y en este último se puede apreciar a von Manstein visitando la batería, detrás de él se puede distinguir a la torreta este con uno de sus inconfundibles cañones a 45 grados:
Fuentes:
Blog Der Zweite Weltkrieg: http://www.zweiterweltkrieg.org/phpBB2/viewtopic.php?f=23&t=8348
“After the Battle. Nº 112”.
“Sevastopol 1942” ed. Osprey.
“Hitler Moves East 1941-1943” de Paul Carell.
“Blood and Iron” de C. G. Sweeting.
“Lost Victories” de Erich von Manstein.
Blog Der Zweite Weltkrieg: http://www.zweiterweltkrieg.org/phpBB2/viewtopic.php?f=23&t=8348
“After the Battle. Nº 112”.
“Sevastopol 1942” ed. Osprey.
“Hitler Moves East 1941-1943” de Paul Carell.
“Blood and Iron” de C. G. Sweeting.
“Lost Victories” de Erich von Manstein.