jueves, 7 de febrero de 2013

Stalingrado: Operación Hubertus

El 8 de Noviembre, Hitler en su discurso de la Bürgerbräukeller sentencio que el 90% de Stalingrado era alemana y que las pequeñas islas de resistencia que quedaban seria tomadas por pequeñas unidades de asalto.
Estos pequeños focos de resistencia se concentraban en partes de la fábrica Octubre Rojo defendida por la 39 División de Infantería Rusa junto con unidades de la 284 División de Fusileros.
También resistían fuertemente unidades destrozadas de la 138 y 308 División de infantería y 244 División de rifles en la fábrica de municiones Krasnaya Barrikady.

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Foto escaneada de Stalingrado - El cerco infernal de Stephen Walsh

También se resistía en la fábrica de productos químicos Lazur con una amalgama de unidades de la 284 División de Rifles, la 9 Brigada Mecanizada y el 38 de Rifles.

Los alemanes llevaban luchando semanas, las Divisiones de infantería 71,76,79,94,100,305 y 389 y las Divisiones Panzer 14,16 y 24 no conseguían terminar de reducir los últimos focos de resistencia.
Por otro lado el 2 de Noviembre el General Schmidt informo que la 79,94 y 305 División de Infantería ya no tenía capacidad para el ataque debido al alto número de bajas sufrido.

Por estas razones Hitler, acuerda el 2 de Noviembre enviar batallones de zapadores a Stalingrado por la propuesta del General Zeitler y el General de la Luftwaffe von Richthofen, de ahí que en su discurso del 8 de Noviembre se refiera a pequeñas unidades de asalto para tomar el resto de Stalingrado.

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Foto escaneada de Stalingrado - El cerco infernal de Stephen Walsh

¿Por qué se decide a enviar a los zapadores y no a una División de infantería de refresco?
La respuesta es clara, los zapadores alemanes tienen una alta reputación y dicen ser los mejores en su trabajo, están altamente capacitados para la lucha callejera en la que las divisiones de infantería se habían atascado por no estar entrenadas en ese tipo combate.
En cuanto a llevar una división de infantería, no había ninguna, solo la 334 División de infantería pudo ser enviada pero se estaba re-constituyendo en Grafenwör, Alemania y después se envió a África.

De este modo el General de Artillería Seydlitz-Kurzbach propuso la siguiente idea para el ataque:
Se llevara un ataque frontal a orillas del Volga en la zona de la 295 División de Infantería Alemana para atacar en la Fabrica Octubre Rojo y al mismo tiempo atacar la Fabrica Lazur por los Kampfgruppe "Scheele" y Kampfgruppe “ Seydel “
Rápidamente los oficiales alemanes se dieron cuenta de que sería un suicidio y se retira ese plan.

Factoria Octubre Rojo
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http://www.flamesofwar.com/Default.aspx?tabid=112&art_id=1605&kb_cat_id=34

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http://www.clanblackwater.es/Foro/viewtopic.php?f=27&t=171


El 5 de Noviembre el General von Sodenstern expuso la idea de atacar la zona oriental de la fábrica de acero y la fábrica de armas y después acometer el asalto a los restos de resistencia de la fábrica Lazur.
Cuando Paulus presento esta idea a Hitler, este la acepto de inmediato y ordeno que debiera ser ejecutada cuanto antes.

El plan de ataque se completo con la orden de que toda la zona de resistencia de la Fabrica Roja debía ser atacada con todas las fuerzas disponibles de forma simultánea.

La 305 División de Infantería reforzada por los zapadores junto con unidades de la 389 División de Infantería atacarían con un golpe de mano el flanco izquierdo para llegar a las orillas del Volga.
La 71,295 y 100 División de Infantería junto con el Kampfgruppe “ Schwerin” llevarían ataques de distracción para confundir al enemigo sobre la verdadera dimensión del ataque.
Después de ese primer asalto, se deberia atacar la Fabrica Lazur hasta tomarla por completo.

Para llevar a cabo esta operación se nombra al Mayor Linden, reputado oficial de zapadores por sus operaciones en el Dniéper y Kalatsch.

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Se le pone al mando de la siguiente fuerza de asalto:

- 50 Batallón de Zapadores al mando del Hauptmann Gast de la 22 División Panzer.
- 162 Batallón de Zapadores al mando del Hauptmann Kruger de la 62 División de Infantería.
- 294 Batallón de Zapadores al mando del Hauptmann Weimann de la 294 División de Infantería.
- 305 Batallón de Zapadores al mando del Hauptmann Traub de la 305 División de Infantería.
- 336 Batallón de Zapadores al mando del Hauptmann Lund de la 336 División de Infantería
- 41 y 45 Batallones de Zapadores adscritos al regimiento de Linden.
Además se une el 389 Batallón de Zapadores que llevaba días luchando en esa zona al mando del Hauptmann Pfitzner.

Calculan una duración de 6 a 8 días para completar la operación.

Sobre el papel, unos 4800 hombres tomaran parte en el ataque, pero realmente este es el estado de estos batallones:
- 50 Batallón de Zapadores: Una tercera parte fue enviada a Alemania para unirse a la 22 División Panzer.
- 41 y 45 Batallones de Zapadores: Había sufrido muchas bajas al cruzar anteriormente el Don, en la lucha por el silo de grano y la estación de ferrocarril sur.
- 162 Batallón de Zapadores: Fue compuesto por resto de otras unidades.

Por lo que realmente el grupo de ataque estaba formado por 1753 hombres, una cifra muy lejos de los 4800 hombres que aseguraba el alto mando alemán.

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Antes de planear el ataque, el mayor Linden examino el campo de batalla. Quedo sorprendido ante lo que vio, montones de escombros, edificios arrasados, placas de acero colgando de los techos todavía en pie, gigantesco agujeros de obuses, montones de cañones sin terminar, maquinas y aparatos destruidos.

Donde no había este tipo de material el suelo estaba inundado de cráteres de bomba y levantada por las explosiones. Todo este caos estaba lleno de búnkeres, fortificaciones y nidos de ametralladora. Un “ nido de serpientes “ como lo describiría Linden.

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http://mundosgm.com/frente-oriental-(1941-1945)/fotografias-de-stalingrado/120/

Después de este reconocimiento, Linden expuso a Seydlitz-Kurzbach que sería un suicidio atacar al mismo tiempo todas las posiciones y que era mejor atacar una a una estas posiciones.
De este modo Seydlitz-Kurzbach dividió la operación en dos fases, “ Schwerin I y II “

Planeo que el Kampfgruppe “ Schwerin” al que se le unirían batallones de zapadores, atacarían el 13 de Noviembre la fábrica de acero y la fábrica de armas. El 20 de Noviembre habría un segundo ataque para tomar el depósito de combustible de la fábrica Octubre Rojo y la totalidad de la fábrica.

Linden quería que sus zapadores destruyesen los puntos vitales de la defensa rusa como búnkeres y casas fortificadas mientras las demás tropas les cubrían el asalto.
Lo que pretendía era concentrar estos ataques en las zonas más estrechas para aprovecharse de la potencia de fuego de sus zapadores. Las unidades rusas serian castigadas también por el aire. Así mientras los rusos corrían a protegerse aprovecharían para reducir cada reducto poco a poco.

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Foto escaneada de Stalingrado - El cerco infernal de Stephen Walsh

El asalto estaría predicho por descargas de artillería con una antelación de 50 metros sobre los zapadores para así coger en medio de la confusión a los rusos.
También dispondrían de la posibilidad de solicitar ataques aéreos para destruir blancos claves en caso de ser necesarios.

Así, todo estaba preparado para el inicio de Hubertus……….


La petición de Von Richthofen de transferir algunos batallones de zapadores al VI Ejército se puso rápidamente en movimiento. Oficialmente petición fue aprobada el 2 de noviembre. Tanto el Grupo de Ejércitos B como el VI Ejército esperaron ansiosos la respuesta para poder aliviar a la 60.ª División de infantería e insertar dos regimientos de la 29.ª División de infantería en el plan de ataque, ya que no se hacían ilusiones de que sólo las tropas de zapadores pudieran solventar el problema en Stalingrado.

Paulus necesitaba incorporar los batallones de zapadores en su plan de ataque, para potenciar sus habilidades en combate. Para ello decidió reunirse con el hombre que se encargaría de llevar a cabo su despliegue, el general von Seydlitz. Paulus voló al aeródromo de Gumrak para reunirse con el general de artillería en su cuartel general el 3 de noviembre, aterrizando su Storch a las 09:15h. la opinión de Seydlitz era que sólo era posible alcanzar los objetivos en Stalingrado empleando cuatro batallones de granaderos de la 29.ª División de infantería, y los cinco batallones de zapadores que estaban disponibles.
Para tener una mejor perspectiva del uso de los zapadores en el combate de la ciudad, fueron convocados el Armeepionierführer, Oberst Selle, y el Korpspionierführer del LI Cuerpo de Ejército, Major Romeis, que se unieron a la reunión a las 10:45h. Como los zapadores no disponían de armas pesadas, no podían tomar parte en las misiones de un batallón de infantería, y sólo podían afrontar sus objetivos si eran incorporados dentro del marco de la infantería, que les daría soporte.
A las 11:45h Paulus finalizó la reunión.

Mientras, el general von Sodenstern, jefe de Estado Mayor del Grupo de Ejércitos B, llamó a su homólogo del VI Ejército, el general Schmidt, para comunicarle que finalmente no podría contar con la 29.ª División de infantería por orden del OKH. Schmidt, contestó a Sodenstern que en esos momentos, Paulus estaba discutiendo el asunto con el general von Seydlitz y que en ningún caso, los batallones de zapadores eran un sustituto de la infantería, porque eran especialistas. Que eran sólo expertos en destruir búnkeres y otros objetos de mayor tamaño, como bloques de casas... pero que sin embargo, carecían del poder de la infantería.

El rendimiento de los zapadores había impresionado a von Richthofen durante el asalto a la fábrica de tractores el 14 y 15 de octubre, y esa fue la razón por la que sugirió el empleo de más batallones de zapadores, pero Schmidt le respondió a Sodenstern que sólo una vez, durante los combates por la parte septentrional de Stalingrado, el Ejército tuvo un éxito total en la operación contra la fábrica de tractores, y que fue debido a que dispuso de suficiente infantería para seguir desde atrás a las puntas de lanza de los zapadores y granaderos blindados.
Schmidt subrayó que un ataque sin la subordinación de las fuerzas de la 29.ª División de infantería se trataría sólo de un intento. Sin embargo, declaró que sería todo lo posible para explotar las posibilidades de sexito y que aparte de los batallones de zapadores, se contaría con un regimiento (dos batallones) cada uno de las 295.ª División de infantería y la 100.ª División de cazadores, un batallón de la 79.ª División de infantería y tres compañías de asalto (de la 44.ª División de infantería, 24.ª y 14.ª Divisiones blindadas). Schmidt concluyó diciendo que el VI Ejército retiraría todos los morteros e infantería dispensable de la línea de frente y los concentraría para el ataque.
El general Sodenstern llamó inmediatamente al cuartel de Hitler y expuso el caso, pero Hitler volvió a rechazar el traslado de esas unidades de la 29.ª División de infantería. A las 11:00h, Sodenstern llamó de nuevo a Schmidt y le comunicó la negativa de Hitler. Pero Schmidt no se rindió y alegó que si se iban a emplear los zapadores, sin duda daría buen resultado, pero eso no debería ser la conclusión definitiva, ya que se necesitaba de la fuerza de la infantería para allanar el camino a los zapadores y después hacerse cargo de la defensa.
Sodenstern no parecía ser muy comprensivo con la situación del Ejército y entendió que su solicitud era demasiado pretenciosa al afirmar que el LI Cuerpo de Ejército había hecho solo la propuesta, y entonces el VI Ejército dijo que lo más importante era recibir los regimientos de granaderos blindados de la 29.ª División de infantería, y entonces, cuando se vislumbró la posibilidad de recibir los batallones de zapadores, entonces el VI Ejército exigió los dos.
Schmidt se defendió, y contestó que las bajas de los últimos días apuntaban que la 79.ª División de infantería estaba agotada y que los batallones de zapadores no serían lo suficientemente fuertes, a lo que Sodenstern contestó que no podía satisfacer sus esperanzas en relación a la 29.ª División de infantería y que de todas formas, la valoración del VI Ejército sería presentada al OKH.
-"¿Cuál es su programa, entonces?", preguntó Sodenstern, a lo que Schmidt contestó que no podrían comenzar antes del nueve o diez de noviembre, y a continuación, Schmidt indicó los planes del VI Ejército:
"El general von Seydlitz ha expresado la siguiente opinión respecto a la empresa: si sólo están disponibles los cincos nuevos batallones de zapadores, entonces es mejor atacar al enemigo por los flancos; primero de todo, la 295.ª División de infantería debe ganar la orilla del Volga en el sur y entonces se lanzará un ataque hacia el sur de la factoría de acero. Sin embargo, es muy posible que el Führer orden que la fábrica química sea tomada primero con las nuevas fuerzas. En nuestra opinión, es igualmente importante; quizás porque si uno mantiene la fábrica química, entonces el resto puede ser tomado el próximo mes. La situación entonces sería similar que en el sur de Stalingrado, donde por lo general se mantiene el Volga, salvo por algunas pequeñas cabezas de puente."
Ahora que el VI Ejército sabía que iba a recibir los cinco batallones de zapadores, los preparativos para recibirlos se aplicaron rápidamente. A las 11:35h, el general Schmidt envió una orden escrita para asegurar la llegada de los tres primeros batallones. Se podía leer en el párrafo inicial:
"Pi.Btle.45 (mot.), 50 (de la 22.ª Pz.D.) y 162 (de la 62.ª I.D.) serán integrados en el VI Ejército durante el transcurso del día y serán tácticamente subordinados al LI Cuerpo de Ejército una vez lleguen a Kalach."

Los destinatarios de la orden incluían al LI Cuerpo de Ejército, los tres comandantes de los batallones de zapadores, el Oberst Hans Mikosch y el Oberst Selle. Se ordenó a los comandantes de los tres batallones de zapadores contactar inmediatamente por teléfono con el cuartel del LI Cuerpo de Ejército.
La responsabilidad principal del Oberst Mikosch era alojar a los aproximadamente 1.4000 hombres de esos tres batallones. Tendrían cabida en el alojamiento en la escuela de pioneros del ejército en Kumenka, Pyatizbyansky y Malo-Luchka, tres pequeños pueblos a orillas del Don al sur de Kalach. En caso necesario, el pueblo de Kamyshevski al norte de la estepa de Kalach podría ser usado también. Al Oberst Mikosch se le concedió plena autoridad para proveer de alojamiento a los batallones de zapadores. Se informaría de la llegada de los batallones al VI Ejército y al LI Cuerpo de Ejército. Una vez que los batallones estuvieran listos para ser enviados a Stalingrado, el Oberst Mikosch era el responsable de moverlos desde el este, garantizando un cruce sin problemas sobre el puente del Don, siempre con tráfico, cerca de Kalach. Se les daría prioridad a los zapadores –el resto del tráfico retrocedería. Para ayudarle en el cumplimiento de esta tarea, se le dio a Mikosch la autoridad competente par tomar decisiones sobre el comandante de la ciudad de Kalach.
El Armeepionierführer Oberst Selle era responsable de la reposición del equipamiento de los zapadores, como los lanzallamas. Los batallones de zapadores se dirigieron a la central de abastecimiento del ejército cerca de la estación ferroviaria de Chir, para recoger raciones, munición y combustible. En la escuela de pioneros del ejército, los comandantes de batallón y compañía recibieron mapas y fotos aéreas de su zona de operaciones.
A las 11:30h el general Sodenstern hizo una llamada al general Schmidt para confirmarle de modo definitivo que el OKH había rechazado finalmente transferir las unidades de la 29.ª División de infantería al VI Ejército. Esta orden privó al VI Ejército de cualquier oportunidad de éxito. A pesar de los convincentes argumentos del general Schmidt de que el VI Ejército no obtendría una completa victoria sin los refuerzos de los batallones de infantería, no recibió refuerzos de infantería. Ahora el asunto era saber donde colocar los batallones de zapadores. El general Sodenstern le transmitió a Schmidt:
"El Grupo de Ejércitos B es de la opinión de que los batallones de zapadores debería ser utilizados primero en el ataque a la fábrica química y la limpieza de la orilla oriental de las acerías y la fábrica de cañones puede dejarse para después. El Ejército debe contar con recibir la correspondiente orden."

Schmidt respondió que la idea del Ejército iba en la misma línea, aunque el previo despeje de la orilla del Volga ofrecía mayores ventajas. Después de colgar el teléfono, Schmidt llamó a Paulus al puesto de mando del LI Cuerpo de Ejército y le informó de la decisión del OKH. A las 12:30h el VI Ejército envió un teletipo al LI Cuerpo de Ejército:
"El 4 de noviembre, el Pi.Btle.336 y 294 serán transportados por aire y subordinados a su llegada. Llegada a Pitomnik sobre las 10:00h. El LI Cuerpo de Ejército suministrará temporalmente los vehículos necesarios."

A las 13:00h la impresora del teletipo en las oficinas del VIEjército cobró vida e imprimió la siguiente orden desde el Grupo de Ejércitos B:
1) La situación general exige que la batalla por Stalingrado debe terminar pronto y sin la participación de la 29.ª División de infantería.
2) Para este propósito, se le suministrarán al VI Ejército el cuatro y el cinco de noviembre cinco batallones de zapadores –organizados en batallones de asalto– por aire y por tierra. Esos batallones deberán ser combinados con regimientos de granaderos cualificados y ser complementados con compañías pesadas de regimientos de granaderos.
3) Después de la llegada de los batallones de zapadores, el ataque para tomar el distrito de la fábrica de productos químicos Lazur, se llevará a cabo –después de una cuidadosa preparación– tan pronto como sea posible con un total por lo menos de 10 batallones.
Los preparativos deben acelerarse por todos los medios posibles.
Tropas: cinco batallones de zapadores con sus correspondientes compañías pesadas de regimientos de granaderos.
Un regimiento de granaderos de la 295.ª División de infantería.
Un regimiento de cazadores de la 100.ª División de cazadores.
Tres compañías de asalto (de la 44.ª I.D. y la 14.ª y 24.ª Pz.D.).
Se informará de la hora del ataque tan pronto como sea posible.
4) Independientemente de la orden el ataque, el alivio de la 60.ª División de infantería por la 305.ª División de infantería –basado en las sugerencias del Ejército– se llevará a cabo.


A las 18:25h, Paulus envió una orden al general von Seydlitz al LI Cuerpo de Ejército confirmando lo que se había discutido anteriormente en el día y haciéndose eco de esta orden desde el Grupo de Ejércitos B.

Fuente consultada: Island of Fire, de Jason D. Mark


Tal y como he acordado con Vaux, os paso un poco de información sobre los cinco batallones de zapadores que se transportaron a Stalingrado.

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En esta mapa podemos apreciar como se transportaron los cinco batallones y desde donde. Tres de ellos, lo hicieron por tierra y llegaron a Kalach, concretamente el Pi.Btl.45 (mot.), el Pz.Pi.Btl.50 (de la 22.ª Pz.D.) y el Pi.Btl.162 (de la 62.ª I.D.). Los otros dos, el Pi.Btl.336 y el Pi.Btl.294 volaron hasta Pitomnik.


Pi.Btl.45
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Comandante: Hauptmann Dr. Ludwig Büch
Ayudante: Leutnant Wolfgang Sartorius
Schirrmeister: Oberschirrmeister Martin Ehret
Schirrmeister: Oberschirrmeister Ernst Schüle
Werkmeister: Werkmeister Kurt Dodel

1. Kompanie
Oberleutnant Max Bunz
Zugführer: Leutnant Emil Gräf
Zugführer: Leutnant Manfred Kimmich
Zugführer: Oberfeldwebel Kurt Sachse
Spieß: Hauptfeldwebel Konrad Sturmlinger
Schirrmeister: Schirrmeister Karl Winter

2. Kompanie
Oberleutnant Walter Heinrich
Zugführer: Leutnant Fritz Molfenter
Zugführer: Feldwebel Hermann Tag
Zugführer: Feldwebel Lothar Walter
Spieß: Hauptfeldwebel Adolf Scheck

3. Kompanie
Oberleutnant Eberhard Warth
Zugführer: Leutnant Hans-Dietrich Waldraff
Zugführer: Leutnant Erich Skutlartz
Zugführer: Oberfeldwebel Alfred Hartmann
Schirrmeister: Schirrmeister Eugen Nachbaur

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Soldados del Pi.Btl.45 posando sobre uno de los muchos tanques soviéticos destruidos al oeste de Kalach.

El Pi.Btl.45 a su llegada a Kalach, estaba al mando del Capitán Dr. Ludwig Büch, desaparecido en combate en Stalingrado el 23 de eenro de 1943. El número de hombres que realizaron el viaje a Kalach era de 451, de los cuales 11 eran oficiales, 43 suboficiales y 396 hombres. La fuerza de combate era de 9 oficiales, 30 suboficiales y 246 hombres equipados con 27 ametralladoras ligeras y 6 lanzallamas. El batallón quizás tuviera más lanzallamas de los oficialmente reportados porque el cabo Krauss recordaba que su 2. Kompanie estaba equipada con 3 lanzallamas alemanes y 3 italianos, que quizás se consiguieron durante su subordinación al VIII Ejército italiano.

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Cuatro jóvenes comandantes de batallón, de izq. a der.: Leutnant Emil graf (1. Kp.),
Leutnant Anton Locherer (2. Kp.), Leutnant Frit Molfenter (2. Kp.) y Leutnant Karl Vögeler (2. kp.).



Pz.Pi.Btl.50
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Comandante: Hauptmann Erwin Gast
Ayudante: Leutnant Klaus Kunze
Ordonanzoffizier: Leutnant Egon Hillmann
Werkmeister: Werkmeister Walter Hinsch
Techn. Inspektor: Oberinspektor Ernst Schneider

1. Kompanie
Oberleutnant Wolfgang Ziegenhagen
Zugführer: Leutnant Rudolf Gottwald
Zugführer: Oberfeldwebel Friedrich Hellberg

2. Kompanie
Oberleutnant Walter Hardekopf
Zugführer: Leutnant Gerhard Thiele
Zugführer: Oberfeldwebel Wilhelm Müller

3. Kompanie
Oberleutnant Rindermann (?)
Zugführer: Leutnant Ernst Bunte
Zugführer: Leutnant Herbert Palmowski
Zugführer: Feldwebel Josef Löffler

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Obergefreiter August Uhlendorf posando al lado de un Renault AHN del batallón, antes de partir hacia Stalingrado.

El Pz.Pi.Btl.50 partió desde Millerovo hasta llegar a Kalach, cubriendo una distancia de 250 Km. El cabo Ludwig Apmann, que sobrevivió a la IIGM, recuerda el viaje:
"Montados en nuestros vehículos, nuestro batallón rodaba en dirección a Stalingrado, en los suburbios que estaban ocupados por las unidades alemanas. El invierno estaba cerca, pero aun no teníamos ropa de invierno. Aquello se veía horrible, casi todo estaba completamente en ruinas; vimos también muchos soldados alemanes muertos..."
Al llegar a Kalach, el batallón estaba compuesto por 10 oficiales, 3 oficiales administrativos, 51 suboficiales y 475 hombres. La fuerza de combate era de 10 oficiales, 44 suboficiales y 405 hombres. A mediados de octubre, el batallón recibió refuerzos que lo elevaron al máximo de su capacidad de combate.

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El capitán Erwin Gast, el joven comandante del Pz. Pi.Btl.50, desaparecido en combate el 2 de febrero de 1943 en Stalingrado.


Pi.Btl.162
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Comandante: Major Otto Krüger
Ayudante: Oberfeldwebel Rudolf Gregor

1. Kompanie
Oberleutnant Kurt Barth
Zugführer: Leutnant Alfons Dziumbla (?)

2. Kompanie
Oberleutnant Artur Baranski
Zugführer: Leutnant Engelbert Kleiner (?)

3. Kompanie
Oberleutnant Alfons Schinke
Zugführer: Leutnant Dr. Johannes Schütze
Zugführer: Oberfeldwebel Wilhelm Altmann
Zugführer: Oberfeldwebel Max Giessmann

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Major Otto Krüger, comandante del Pi.Btl.162 y desaparecido en Stalingrado el 2 de febrero de 1943.

Poco antes de su traslado a Stalingrado, el Pi.Btl.162 había perdido a dos jefes de compañía con gran experiencia. Se trataba del Hauptamann Hans Gierth, trasladado al XXIX Cuerpo de Ejército, y sustituido por el Oberleutnant Alfons Schinke, y el Hauptmann Munz de la 1. Kompanie, sustituido por el Oberleutnant Kurth Barth. El otro jefe de compañía era el Oberleutnant Artur Baranski, muy querido por su hombres por su valor y camaradería.
El 1 de noviembre la 62.ª División de infantería recibió un comunicado en el que ordenaba que el Pi.Btl.162 estuviera preparado a las 12:00h d el 2 de noviembre pasa ser trasladado a Stalingrado. El Major Krüger y su batallón iniciaron el viaje a Kalach el 3 de noviembre. La mayoría llegaron a Kalach el 4 de noviembre, y el resto al día siguiente.
Estaba compuesto por 8 oficiales, 45 suboficiales y 384 hombres que hacían un total de 437 hombres. Su fuerza de combate era de 7 oficiales, 31 suboficiales y 281 hombres equipados con 27 ametralladoras ligeras y 6 lanzallamas.
Los hombres del Pi.Btl.162 tenían una ventaja sobre los soldados de los otros batallones de zapadores. Procedían de la Alta Silesia, donde se hablaba un dialecto del polaco, muy útil para hacerse entender con los rusos que eran hechos prisioneros al tratarse también de una lengua eslava.


Pi.Btl.294
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Comandante: Major Wilhelm Weimann
Ayudante: Leutnant Walter Zimmer
Doctor del batallón: Oberarzt Dr. Ulrich Matthäus

1. Kompanie
Oberleutnant Ferhard Pohl
Zugführer: Oberfeldwebel Josef Rischer
Zugführer: Feldwebel Wilhelm Angerstein
Zugführer: Feldwebel Bernhard Krebs

2. Kompanie
Oberleutnant Fritz Bergemann
Zugführer: Oberfeldwebel Max Puppel
Zugführer: Feldwebel Oskar Dickler
Zugführer: Feldwebel Gerhard Husmann

3. Kompanie
Oberleutnant Gerhard Menzel
Zugführer: Feldwebel Alfred Polenz
Zugführer: Feldwebel Franz Kerkhoff
Zugführer: Feldwebel Fritz Kother

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Major Wilhelm Weimann, comandante del Pi.Btl.294, desaparecido en Stalingrado en enero de 1943.

Cuando el 1 de noviembre a las 23:30h llegó la orden de que el Pi.Btl.294 debía prepararse para ser trasladado por aire a Stalingrado, su comandante se quejó enérgicamente, alegando que su batallón no estaba prearado para dicha tarea, ya que solo era adecuado para limitadas tareas ofensivas y de defensa. La orden definitiva llegó del Grupo de Ejércitos B, el 2 de noviembre, a las 17:00h.
4 días antes de su partida a Stalingrado el Pi.Btl.294 tenía una fuerza de combate de 408 hombres, entre ellos 6 oficiales, 46 suboficiales y 356 hombres. Disponía de muchos hombres pero no así de oficiales, sólo 12 en total. A su llegada a Pitomnik, el 4 de noviembre a las 11:30h sólo disponía de 4 oficiales, 29 suboficiales y 275 hombres, que hacían un total de 328 hombres. 80 hombres menos, que fueron dejados atrás por dificultades en el transporte.


Pi.Btl.336
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Comandante: Hauptmann Hermann Lundt
Ayudante: Leutnant Dr. Karl Ruhl
Doctor del batallón: Stabsarzt Dr. Horst Gallwoszus

1. Kompanie
Oberleutnant Karl-Heinz Hullen
Zugführer: Leutnant Wilhelm Schmidt
Zugführer: Oberfeldwebel Otto Grimm
Zugführer: Oberfeldwebel Helmut Milkau

2. Kompanie
Oberleutnant Karl Brockmann
Zugführer: Leutnant Fritz von Velsen
Zugführer: Oberfeldwebel Johannes Zimmermann
Zugführer: Stabsfeldwebel Gerhard Piltz

3. Kompanie
Oberleutnant Bernhard Ziesch
Zugführer: Stabsfeldwebel Otto Reiter
Zugführer: Leutnant Erich Oberst
Zugführer: Oberleutnant Bernd Eringhaus

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El capitán Hermann Lundt, comandante temporal del Pi.Btl.336 en Stalingrado.

En noviembre, la fuerza de combate del batallón era de 8 oficiales, 38 suboficiales y 336 hombres. La relación de fuerza era de 20 hombres más. El batallón tenía pocos lanzallamas, sólo dos por compañía cuando lo estipulado eran tres y se distinguía por llevar armas poco frecuentes. Durante su estancia en Bélgica, en mayo de 1941, adoptó la Browning FN, pistola manufacturada en ese país. Los oficiales y suboficiales apreciaban mucho este arma, y cuando fueron trasladados, optaron por conservar el arma.

Fuente del texto y las fotografías: Island of Fire, de Jason D. Mark

Saludos
"Heute hängt ihr uns, aber morgen werdet ihr es sein." Hans Scholl


1d. Cruz C Hojas Roble Espadas (1) 2d. Cruz de la Armada (1) 2e. Winterschlacht im Osten (1) 3a. Orden de la Bandera Roja (1) 4c. Long Range Desert Group (1) 8f. Orden de Orange-Nassau (1) 5d. Estrella de Plata (1)

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Re: Stalingrado - OPERACION HUBERTUS

Notapor Vaux el Vie Dic 16, 2011 1:07 am
grognard escribió:¿Podríamos decir que esta operación es la que se recrea en el primer tercio de la película "Stalingrado"?


Pues tiene toda la pinta Grognard, ademas si te lees este otro capìtulo mas se parece a esa escena.

Paradise es un placer que entre todos aportemos y completemos este tema, gracias por la ayuda y perfecta esa info.


Seguimos con los zapadores:

El 9 de noviembre la 79 Division de Infanteria intenta el asalto para capturar el deposito de combustible de la fabrica.

En ese mismo sector, el 180 Reg de la guardia Rusa lanza operaciones de reconocimiento hacia la nave industrial n.2. Todos fueron rechazados por los alemanes.

Tambien el 138 Reg de Fusileros ataco mas de 10 veces contra la nave n.10 que fue rechazada en un combate cuerpo a cuerpo.

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Foto escaneada de Stalingrado - El cerco infernal de Stephen Walsh


Por la noche, la 79 Division alemana sufre un duro castigo de artillería. Esta división sufrió mas que otras divisiones alemanas ya que estaba cubriendo el flanco de la 24 Panzer que estaba protegiendo la colina Mamayev, usada por la artillería alemana y por sus observadores.
Los alemanes desde esta posición tambien controloban parte del sector de la fabrica Lazur, por esta razón los rusos no pararon de lanzar ataques sobre los alemanes.

Los ataques alemanes en este sector se habían debilitado por la proximidad del comienzo de la operación Hubertus y los rusos vieron la oportunidad de lanzar un contraataque sin darse cuenta que tanto la 79 Div y la 24 Panzer se estaban reagrupando para el inminente ataque.

En el sector de la 295 Div alemana, grupos de asalto consiguieron hacerse con el deposito de combustible y avanzaron por el flanco de la 284 Div de Rifles hasta el Volga, aunque este avance pierde fuerza y solo se conquistan unas cuantas casas. Desde aquí, los alemanes tiene otro punto para poder atacar la Fabrica lazur.

El 10 de Noviembre la 79 Div sigue sufriendo devastadores bombardeos y por la mañana el 138 Reg. De Fusileros lanzan un furioso ataque para recuperar el deposito de combustible, entrar en la sala 10 y desplazarse hasta el sur de la fabrica. Una hora después el ataque fue detenido y los alemanes intentaron un contraataque, pero la 79 Div estaba exhauta y su contraataque no tuvo éxito.
Viendo esta situación, el comandante soviético Polkovnik, volvió a reanudar los ataques con grupos de 200/300 hombres aunque en ningún ataque se gano mucho terreno.

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Foto escaneada de Stalingrado - El cerco infernal de Stephen Walsh

Esa misma mañana, el 180 Reg de la Guardia Rusa ataco con grupos de 30/40 hombres la sala n.7 pero después de duros combates cuerpo a cuerpo todos fueron rechazados.
Los constantes ataques sovieticos en todo este sector alteraron los planes alemanes para la operación Hubertus. El comandante soviético Polkovnik sin saber de esta operación, se dio cuenta de la importancia de sus posiciones y empezó el refuerzo de sus unidades.

Poco después de la medianoche del 11 de Noviembre, pequeños grupos de asalto avanzan sigilosamente por la sala de maquinas de la Fabrica Octubre rojo.
Los zapadores están equipados con cargas explosivas, municion extra, granadas y lanzallamas.
Estos soldados veteranos estaban endurecidos por el combate y habían echo este trabajo en numerosas ocasiones, los hombres se muestran tranquilos, como el el Hauptmann Rettenmaier del 578 de Granaderos, que se muestra confiado con echar a los rusos al Volga y que derrotaran a los rusos como en Voronezh y Rostov. No tiene dudas de cumplir la misión.
De repente se escucha una explosión en una sala contigua, un zapador a pisado una mina rusa y el y 18 de sus compañeros mueren antes de que comience la operación. Los soldados alemanes no tienen mucho tiempo de pensar en esto ya que el ataque artillero previo a comenzado, según sus palabras, “la tierra temblo bajo nuestros pies”.

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Foto escaneada de Stalingrado - El cerco infernal de Stephen Walsh


Por la mañana Stukas bombardean las chimeneas que todavia están en pie de las fabricas destruyendo puntos importantes de observación rusos y posiciones de francotirador.
El primer objetivo del 305 Batallon de zapadores junto con el Kampfgruppe Rettenmaier es la Casa Blanca, en manos del 768 Reg de Fusileros rusos.

El 50 Batallon de zapadores tiene como objetivo la Casa Roja defendida por el 241 Reg de Fusileros.

El reforzado 576 Regimiento de granaderos del Hauptmann Kemper con unos 150 hombres ataca las posiciones fortificadas del 650 Reg de Fusileros en el sector izquierdo de la Fabrica Barricada.
Aunque este regimiento esta apoyado por el 294 Batallon de zapadores su avance es muy lento, el primer dia solo consiguen avanzar 30 metros.

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Foto escaneada de Stalingrado - El cerco infernal de Stephen Walsh


El ataque a la casa Blanca demostró estar muy bien planificado y se ejecuto de forma satisfactoria.
En un comienzo, los zapadores superaron las débiles defensas rusas y avanzaron rápidamente, por este motivo crearon una punta de lanza demasiada avanzada al resto de grupos de asalto y fue por esto que fueron atacados por sorpresa por el flanco derecho por la 37 Div de fusileros. En este momento, las sorprendidas tropas alemanas tuvieron que buscar refugio rápidamente. La situación llego a ser desesperada, los alemanes eran atacados por el flanco y por alguna unidad rusa oculta en el avance y que no habían sido reducidas.
El oficial al mando de este batallón sitiado elaboro un plan de ataque, todas sus tropas darían fuego de cobertura en el flanco para que 5 hombres con lanzallamas atacaran estas posiciones.
El fuego de cobertura no se pudo mantener durante mucho tiempo, ya que francotiradores rusos con una contundente disciplina de tiro estaban causando estragos en las filas alemanas.
Los lanzallamas corrieron con las balas silbando a su alrededor hasta la entrada del edificio y a salvo de los francotiradores rusos, en ese momento un valeroso zapador cogió unas cargas huecas y se introdujo en el edificio. Al poco tiempo el zapador salió corriendo animando a sus camaradas a alejarse del lugar, a los pocos segundos se produjo una gran explosión y se empezaron a oir gritos de dolor. Era el momento de los lanzallamas, que fueron limpiando habitación por habitación hasta terminar con todas las posiciones rusas en el interior.
Apoyando esta acción se sumo el Kampfgruppe 578 y con esta fuerza de refuerzo consiguieron eliminar a los francotiradores que continuaban disparando al enemigo.

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La línea rusa estaba ya a solo 200 metros del Volga y después de ver que había pasado en la Casa Blanca ,ahora mas que nunca iban a resistir hasta la ultima bala y hasta el ultimo hombre.

Los alemanes tambien agotados, decidieron re-agruparse y esperar hasta el próximo dia.

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Foto escaneada de Stalingrado - El cerco infernal de Stephen Walsh

domingo, 3 de febrero de 2013

Cita con la historia bélica

Wenn Dir auch scheint, dass Dir etwas
[ schon klar ist, Zie es in Zwiefel und gib keine ruh.
Wenn einer sagt:
"Das ist gut (oder böse)",
Frage ihn leise: Für wen?.

Feldmariscal Friedrich Paulus

"Si oyes a alguien afirmar;
esto es bueno,
o esto es malo,
preguntale por lo bajo;
¿Para quien?"

( tomado de su diario personal )


Friedrich Paulus.

El rostro de un soldado alemán que sufrió el cerco y asedio de las tropas soviéticas.

sábado, 2 de febrero de 2013

Rendición en Stalingrado: 31 de enero de 1943

La rendición del mariscal de campo Friedrich Paulus aconteción un 31 de enero de 1943 pero bolsas de resistencia alemana añun combatieron dos días más, hasta el 2 de febrero, fecha oficial de la rendición y caída del IV Ejército alemán y VI Panzer.
Comandantes
El Eje
Unión Soviética: Friedrich Paulus Vassili Chuikov, Erich von Manstein Aleksander Vasilyevsky, Hermann Hoth Gregori Zhukov, Petre Dumistrescu Semyon Timoshenko, Constantin Constantinescu Konstantin Rokossovsky, Italo Garibaldi Rodion Malinovsky, Gusztav Jany Andrei Yeremeneko

Soldados
EL EJE
Sexto Ejército Alemán (600.000 hombres)
Cuarto Ejército Panzer
Tercer Ejército Rumano
Cuarto Ejército Rumano
Segundo Ejército Húngaro
Octavo Ejército Italiano

UNION SOVIETICA
1 millón 700.000 hombres en total, repartidos por el Frente de Stalingrado, el Frente del Don y el Frente Suroeste

Bajas
EL EJE:
740.000 muertos y heridos
110.000 prisioneros de guerra

UNION SOVIETICA:
750.000 muertos, heridos y prisioneros
Más de un millón de civiles de Stalingrado muertos

Soldados y civiles pagaron la paranoia de sus dirigentes, mas preocupados de cómo quedaría su nombre en la historia que de la vida de sus soldados. Hitler no quiso en ningún momento considerar la más mínima posibilidad de retirada, aunque todo indicara que era lo más acertado en cierto momento de la batalla. Tal empecinamiento hizo que a principios de noviembre de 1942 el VI Ejército al mando de Friedrich Paulus estuviera prácticamente sentenciado a la aniquilación, de una manera o de otra. Si seguía las ordenes de Hitler debería resistir hasta que cayera el ultimo hombre (lo cual es una solemne estupidez, dicha normalmente por oficiales que están a cientos de kilómetros de tal situación)
La otra alternativa era caer prisioneros de los rusos, cosa que no resultaba demasiado esperanzadora para ningún soldado alemán en el frente del este, dado el cruento desarrollo de le campaña de Rusia.

Los soldados rusos no tenían mejor panorama, temían tanto al enemigo como a sus propios oficiales, tan dados al “fusilamiento por cobardía ante el enemigo” para mantener la motivación de la tropa. La vida del soldado ruso preocupaba poco a sus mandos, lanzados en asaltos frontales y en tácticas de “uno por uno” eran masacrados a veces en operaciones de dudosa eficacia solo para ir desgastando al enemigo poco a poco o ganar unas decenas de metros a costa de cientos de bajas.
Las cifras de bajas de la batalla de Stalingrado son apabullantes. En el momento mas duro de la batalla las perdidas llegaron a ser de 4000 muertos diarios y no se donde leí una vez que la vida media de un zapador ruso en combate era de un minuto y medio. 250000 soldados del VI Ejército quedaron cercados en Stalingrado. Al final de la batalla fueron hechos 90000 prisioneros de los que solo 5000 volverían a casa. Para el ejercito ruso las perdidas no fueron nimias, mas de 800000 bajas entre muertos, heridos y prisioneros.
La población civil de Stalingrado fue la que mas sufrió, atrapada en medio de los dos ejércitos sufrió más de un millón de muertos a causa de los combates, el frío y el hambre y sin posibilidad de abandonar la ciudad.
Hoy en día, a punto de cumplirse 64 años del final de aquella matanza lo único que podemos hacer es imaginar lo que debió padecer todo aquel que hubiera vivido aquella situación y compadecerlo por tanto sufrimiento inútil, y por supuesto no olvidarlo…para no volver a repetirlo.

Fiedrich Paulus
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Generalleutnant Schmidt
jefe del estado mayor de Paulus









Las emisoras de radio nazis dicen la verdad por primera vez el 12 de enero de 1943. Suenan las cuatro primeras notas de la 5ª Sinfonía de Beethoven, las cuatro trágicas notas de “la llamada del Destino”. Luego, la voz afligida del locutor anuncia la —para los alemanes— increíble noticia: los ejércitos del general Paulus han sido rodeados en Stalingrado. Pero, por entonces, en el frente ruso se estaba hablando ya de rendición. Una “bolsa” de varios centenares de miles de soldados alemanes, en pleno invierno ruso, sin alimentos y sin armamento suficiente, han pasado de ser asediantes a asediados.

“Al principio, Stalingrado sólo era para nosotros un nombre en el mapa”, había afirmado el mariscal alemán Ewald von Kleist al finalizar la guerra. Lo que no podían intuir los soldados alemanes era la derrota y el horror con que se saldaría la batalla decisiva de la campaña de Rusia.

El día de la rendición, el 31 de enero de 1943, amaneció con un cielo sereno y un ambiente glacial: el termómetro marcaba 40 C bajo cero. Friedrich Paulus, comandante del VI Ejército alemán rodeado por los soviéticos en Stalingrado, yacía sobre una colchoneta junto a los oficiales de su Estado Mayor. A través de las bocanadas de humo del cigarrillo aparecía su rostro de barba crecida que le daba un aspecto de derrota, mientras la radio probablemente emitía el concierto para piano y orquesta K. 467 de Mozart.






Paulus admiraba a este austriaco genial, del mismo modo que unos meses atrás había admirado a otro célebre austriaco: Adolf Hitler. Pero en esos momentos, cuando faltaban pocos minutos para que el joven oficial soviético Elcenko penetrase en su refugio y se hiciese inevitable la rendición, su fe en el Führer se había desvanecido. La inflexible postura de Hitler de no tolerar la rendición había llevado a decenas de miles de soldados alemanes a la muerte. Y Paulus y sus oficiales no se sentían responsables de las atrocidades cometidas.
Ya en el verano de 1941, el ejército del Tercer Reich había penetrado en la Rusia europea y se había encontrado con que una parte de la población colaboraba, bien porque creía que la victoria del ejército invasor era un hecho, bien por la necesidad de alimentar a los más allegados, o en definitiva porque había conocido el mal trato bajo el régimen de Stalin. No obstante, el Partido Comunista de la Unión Soviética llevó a cabo una activa propaganda haciendo públicos los desmanes nazis y alentando el patriotismo, con lo que la resistencia de los rusos se endureció y Stalin logró que la población se agrupara en torno suyo.






Hitler estaba convencido de que la campaña de Rusia iba a ser casi un paseo, pero el plan de los alemanes de 1941, con su ofensiva a lo largo del frente, no había acabado ni con el Ejército Rojo ni con Stalin. El fracaso de la guerra relámpago comprometía a Alemania a una guerra prolongada en la que tenía que enfrentarse a tres grandes potencias industriales, entre ellas Estados Unidos, y mantener la lucha en dos frentes.
Por su parte, Stalin temía por los puntales de la gran potencia económica rusa: los yacimientos petrolíferos de Maikop, Grozny y Bakú estaban conectados con los centros de distribución a través de cuatro rutas, tres de las cuales habían llegado a ser controladas por el enemigo. Sólo quedaba la ruta del Volga y, si ésta caía en manos alemanas, la economía soviética se derrumbaría y el Ejército Rojo quedaría paralizado.
El ejército alemán tenía que establecer un flanco defensivo para protegerse de cualquier contraataque soviético, teniendo en cuenta la extensa zona que era necesario cubrir. Y el lugar perfecto para asentar el extremo oriental del flanco defensivo era Stalingrado.

El plan de operaciones fue presentado por el general Franz Halder, jefe del Estado Mayor del Cuartel General, y bautizado con la clave “Fail blau” (Ocaso Azul). Hitler aceptó el plan, pero insistió en redactar personalmente la orden, que llevaba fecha de 5 de abril de 1942. El Führer escribía: “Es fundamentalmente necesario unir todas las fuerzas disponibles para realizar la operación principal en el sector sur, con el objetivo de destruir al enemigo al oeste del Don, para posteriormente capturar las regiones petrolíferas del Cáucaso y cruzar su cordillera”. Y, más adelante, añadía: “De todos modos, debe intentarse llegar a Stalingrado o, por lo menos, eliminarla de la lista de centros industriales y de comunicación, sometiéndola a la acción de nuestras armas pesadas”.
El frente ruso recibió fuerzas impresionantes para la operación: para el norte (a lo largo del Don) disponía del IV Ejército Panzer (general Hermann Hoth); el VI Ejército (general Paulus) para el sur; I Ejército Panzer (general Von Kleist) y el XVII Ejército (general Ruoff); el XI Ejército (general Von Manstein) también estaría disponible una vez hubiera terminado las operaciones en Crimea y capturado la fortaleza de Sebastopol; finalmente, las fuerzas satélites estarían formadas por los ejércitos III y IV rumano, VIII italiano y II húngaro. En fin, las fuerzas totales alcanzarían la cifra de 89 divisiones, nueve de ellas acorazadas y todas ellas bajo el mando supremo del mariscal de campo Von Bock.
El ejército soviético estaba en inferioridad de condiciones excepto en lo que se refiere a carros de combate. Tanto la captura alemana de Crimea como el desastre de Barbenkovo habían significado una merma importante en hombres y armas.






El 23 de julio de 1942, Hitler había dado orden de conquistar simultáneamente el Volga y el Cáucaso, para luego marchar sobre Stalingrado, ciudad-símbolo que contaba con unos 600.000 habitantes y cuya actividad principal era la industria. Era, pues, difícil que el Ejército Rojo se dejase arrebatar esta ciudad. Prueba de ello es el celo con que se realizaron los cambios para organizar su defensa: las fuerzas del frente sur-oeste debían quedar absorbidas en el frente de Stalingrado, cuya formación se estaba llevando a cabo con los ejércitos de reserva del Stavka (Cuartel General). Este frente había quedado constituido el 12 de julio bajo el mando, al principio, del mariscal S. K. Timoshenko y, días más tarde, del general Gordov.
A partir del 17 de julio se empiezan a producir diversas escaramuzas y el 23 tiene lugar un ataque tan importante como mal dirigido. Al mismo tiempo, los alemanes penetraban por el sur, con lo que el Stavka daba órdenes a Gorlov en el sentido de reforzar las defensas meridionales. Como consecuencia, el frente de Stalingrado llegó a tener una longitud de 700 km, con las dificultades que ello comportaba.







Ante éstos y posteriores ataques, Stalin piensa en la necesidad de crear un nuevo frente en el sudeste, a cuyo mando colocará a Yeremenko, célebre estratega a quien se encomienda la detención de la ofensiva alemana. Mientras organiza un Cuartel General en Stalingrado, las tropas alemanas consiguen aproximarse a 30 km de la ciudad. El pánico hace presa en la ciudad del Volga y se hace necesario tomar medidas muy severas para apartar a la población civil de las carreteras, donde es muy intenso el tráfico militar. Se improvisan fuerzas a base de carros de combate, cañones anticarro y lanzacohetes Katyuska, que son enviados a enfrentarse con las tropas de Hoth en Abganerovo. Después de una sangrienta lucha, Yeremenko logró que Hoth desistiese de penetrar por el sur.
Ante la gravedad de la situación, Yeremenko es nombrado comandante supremo de los frentes de Stalingrado y del sudeste, debido a la dificultad de coordinación entre los jefes de ambos frentes; mientras, los alemanes ya han fijado el 25 de agosto como fecha límite para conquistar la ciudad. El día 23 debía comenzar la ofensiva desde el norte, el oeste y el sur.
En el momento convenido, las fuerzas de Hube emprendieron la marcha, arrollando las defensas soviéticas; y, por la noche, la ciudad ardía bajo el impacto de los ataques de la IV Flota Aérea. Incluso las mujeres trabajadoras habían improvisado la defensa, mientras Kruschev ofrecía a Yeremenko el servicio de las organizaciones del Partido y de las formaciones obreras; pero el empuje de las botas alemanas era arrollador. A la mañana siguiente, Stalingrado ofrecía un espectáculo dantesco: cientos de edificios en ruinas y millares de ciudadanos muertos. En los días sucesivos continuarán los ataques aéreos, con lo que se dificultará cada vez más la llegada de los transbordadores del Volga —cargados de suministros—, que en varias ocasiones saltarán por los aires.






Ante la gravedad de los acontecimientos, Stalin envió un mensaje al general Georgij K. Zukov, en los siguientes términos: «La situación en Stalingrado está empeorando. El enemigo se encuentra a unos 3 km de Stalingrado. Stalingrado puede caer hoy o mañana si el grupo norte de las fuerzas no le presta ayuda inmediata».
Se intentó organizar algún tipo de línea de defensa en el contorno de Stalingrado, a cuyo mando se colocó a Chuykov en sustitución de Lopetin, que había abandonado el campo de batalla con la moral desmoronada. Chuykov creía que el éxito de los alemanes radicaba en una buena coordinación de aviones, carros e infantería más que en una buena calidad de éstos. Por tanto, se trataba de minar dicha coordinación y de aplicar la lucha cuerpo a cuerpo, que tanta aversión provocaba en los alemanes.
Para poner en práctica sus planes, Chuykov solicitó y consiguió diez divisiones de infantería, dos cuerpos acorazados y ocho brigadas acorazadas.
Chuykov había planeado el ataque para el 14 de septiembre, pero los alemanes se adelantaron hasta llegar a la zona central de Stalingrado. La máxima preocupación radicaba en el peligro de que los alemanes capturaran la plataforma central de desembarque, con lo que los soviéticos no recibirían los refuerzos que habían solicitado. Varios carros fueron a bloquear las calles que conducían desde la estación del ferrocarril hasta la plataforma de desembarco. Durante toda aquella noche, el Cuartel General del LXII Ejército se mantuvo trabajando y transportando a los refuerzos, aunque no todos los hombres pudieron atravesar el Volga.
La actividad del día siguiente se caracterizó por la insistente disputa por el dominio del Mamayev Kurgan, montículo que dominaba todo el centro de la ciudad. Su valor estratégico lo convirtió en apetecible por ambos mandos; y, debido a la gran cantidad de proyectiles y bombas que recibió, la colina no viola nieve durante aquel invierno.
El bando soviético había perdido muchos hombres; pero algunos soldados aislados o en pequeños grupos continuaban la lucha, asumiendo así las palabras de Chuykov: «Todo alemán debe sentirse como si viviera bajo la amenaza del cañón de un arma rusa».
Pero los alemanes ya habían hecho caer Kuporosnoye, al sur de la ciudad, permitiéndoles una salida al Volga y el aislamiento del LXII Ejército soviético. Yeremenko, en su desesperación, lanzó un ataque el 19 de septiembre con el objetivo de abrirse camino a través de las defensas alemanas y de establecer contacto con el LXII Ejército, pero el ataque fue un fracaso.
Mientras se luchaba febrilmente en las ruinas de Stalingrado, Hitler en su Cuartel General empezó a destituir cargos alegando ineficiencia. Zeitzler pasó a dirigir el Alto Estado Mayor, pero Von Paulus estaba convencido de poder arrebatarle el cargo si lograba capturar Stalingrado.
Pero el Estado Mayor soviético había rectificado los planes: ahora se trataba de dejar aislados al VI Ejército y al IV Ejército Panzer alemanes, evitando una batalla de agotamiento, mientras se enviaban divisiones para reforzar el LXII Ejército soviético y otras al norte de la curva del Don.






El éxito del plan soviético dependía de la estimación de que el poder de los alemanes iba en descenso y que no debían disponer de fuerzas para hacer frente a la ofensiva y, además, de la eficacia del LXII y LXIV Ejércitos para mantener en la lucha a las fuerzas germanas en la zona de Stalingrado.
El 4 de octubre, Paulus lanzó su más fuerte ataque en la zona norte, ante la esperanza del ascenso y el miedo al invierno. Los avances y retrocesos en la batalla se medían por metros; la mayoría de los combates tenían lugar junto a los edificios en ruinas.
El día 6 de octubre fue un día tranquilo, lo que hizo pensar a Yeremenko en un posible debilitamiento alemán. Se planeó un contraataque para el día siguiente, que, con la inesperada ayuda de los Katyuska, desembocó en la destrucción de cuatro batallones alemanes.
Tras varios días de tregua, el 13 de octubre Paulus lanzó 5 divisiones
—dos de ellas Panzer— contra la fábrica de tractores y la fábrica «Barricadas». A lo largo de la jornada, la lucha fue confusa y, al caer la noche, los alemanes tenían prácticamente en sus manos la fábrica de tractores. En torno a sus muros yacían tres mil alemanes muertos, así como centenares de rusos.
En los últimos días, los rusos habían perdido muchos hombres, pero las pérdidas de los alemanes eran tan elevadas que la ofensiva de Paulus quedó paralizada por falta de soldados. No podía esperar refuerzos, y los soviéticos no habían agotado sus recursos. A pesar de las dificultades, hacia los últimos días de octubre Paulus ocupaba el 90 % de la ciudad, mientras el 10 % restante, en manos soviéticas, estaba bajo su fuego. Los hombres de Chuykov sólo ocupaban el Mamayev Kurgan, unos pocos edificios y un estrecho pasillo sobre la orilla del Volga. A pesar de su debilidad, los rusos lograron mantener sus posiciones, mientras los ataques alemanes eran, en los días sucesivos, cada vez más débiles.
El invierno estaba a punto de llegar y la guerra de agotamiento del verano había dejado a la Wehrmacht mal preparada para enfrentarse a él. Entre tanto, Zhukov ha elaborado un plan de contraataque se trata de concentrar sus carros, cañones y aviones contra las fuerzas rumanas situadas a ambos lados de los ejércitos VI y IV Panzer (en el Don y al oeste de los lagos situados al sur de Stalingrado). Las fuerzas en estos momentos estaban muy igualadas, tanto en hombres como en armamento.
Ya empezaban a caer las primeras nieves cuando la 22. División Panzer recibió órdenes de desplazarse. De sus 104 carros, 65 no se pudieron poner en marcha.







Chuykov también se encontró con un problema: el hielo del Volga. Debido al gran cauce del río y su situación meridional, a veces tarda meses en quedar completamente helado, y sólo cuando está helado del todo permite el tráfico rodado o a pie sobre las aguas solidificadas. Pero, en aquel momento, la gran masa de hielo se encontraba en movimiento hacia el sur, y Chuykov temía que Paulus lanzase otra ofensiva durante el periodo en que el LXII Ejercito Soviético no podría utilizar sus rutas de suministro y, por consiguiente, ya había dado ordenes para almacenar municiones, alimentos y ropa de abrigo.
A las 6.30 horas del 11 de noviembre, Von Paulus inició su último intento para capturar Stalingrado, utilizando para ello 7 divisiones. Las tropas de Chuykov opusieron resistencia y el aislado grupo Norte bajo el mando del coronel Gorokhov intentó aligerar la presión lanzando un contraataque que desde el puente del ferrocarril se dirigía hacia la fábrica de tractores.
Después de varias horas de sangrienta lucha cuerpo a cuerpo, Paulus lanzó al ataque a su reserva táctica para llegar hasta el Volga a la altura de la planta de «Octubre Rojo». Sin embargo, en esta ocasión el LXII Ejército soviético no sentía la tensión de los días anteriores, porque los rusos estaban convencidos de que se trataba del último intento de Paulus. Aunque la lucha seguía siendo dura, el apoyo de la Luftwaffe carecía de la fuerza que había tenido en octubre y el número de hombres se había reducido a un tercio.
Durante la tarde del día 12 de noviembre, el ataque alemán comenzó a desvanecerse. El LXII Ejército soviético inició un contraataque bloque por bloque, casa por casa. La lucha empezaba a cambiar de sentido.
La madrugada del 19 de noviembre se caracterizó por el inicio del ataque de Yeremenko hacia Kalach, ciudad situada al oeste de Stalingrado, junto al río Don. Las fases del ataque consistirían en dirigirse hacia la retaguardia del VI Ejército alemán y, después de abrir una brecha, lanzar una ofensiva contra Sovetsky, desde donde se alcanzaría Kalach. La finalidad de esta operación era formar el anillo envolvente en el que quedaría atrapado el grueso de las fuerzas alemanas. También se preparaba una ofensiva contra el sector norte, al mando de la cual figuraba el propio Zhukov. Las fuerzas alemanas tenían sospechas del golpe que se preparaba a lo largo del flanco norte, pero el ataque de Yeremenko al sur de Stalingrado les cogió completamente por sorpresa.
Los acontecimientos se desarrollaban con suma rapidez. El frente rumano se había derrumbado y las fuerzas soviéticas de choque se desplegaban a ambas orillas del Don. Además, la consecución de un sólido anillo de cerco requería salvar el obstáculo que representaban las heladas aguas superficiales del Volga que probablemente no soportarían el peso de los carros y de la artillería pesada. La única posibilidad era, pues, la toma del puente de Kalach antes de que los alemanes lo volasen. Y se consiguió el objetivo después de que el teniente coronel G. N. Filippov y su hombres partieran de madrugada hacia el puente haciéndose pasar por alemanes.





Al principio, las reacciones alemanas ante el estado de cerco fueron diversas, aunque todos se mostraron de acuerdo en defender la retaguardia del ejército. Paulus había recibido órdenes según las cuales debía mantenerse en Stalingrado, en las posiciones a lo largo del Volga, y preparando un eventual repliegue. Sin embargo, antes de pensar en una retirada, era preciso resolver los problemas que entrañaba la escasez de combustible, municiones y alimentos. Von Paulus solicitó suministros por aire y carta blanca para abandonar el frente norte y Stalingrado en caso de considerarlo conveniente. Hitler prometió ayuda y fue tajante en cuanto al segundo aspecto: no sólo no se iba a realizar ninguna retirada, sino que todas las unidades del VI Ejército que estuvieran en la parte oeste del Don debían replegarse hacia el interior de la bolsa. La orden de Hitler finalizaba así: “Es necesario mantener a cualquier precio los actuales frentes del Volga y del norte. Llegan suministros por aire”.
El mariscal de campo Erich von Manstein, el conquistador de Crimea, había sido elegido por el Führer para dirigir las operaciones en el sector norte del frente de Stalingrado. Cuando Manstein llegó a su destino, el panorama no podía ser peor; ya no disponía de fuerzas. Tras múltiples peticiones al Cuartel General del Alto Mando, empezaron a llegar refuerzos los primeros días de diciembre.
Mientras Manstein iniciaba una ofensiva por el sudoeste —donde las fuerzas de Yeremenko no eran tan compactas—, las tropas rusas se habían lanzado hacia el norte con el objetivo de eliminar al VIII Ejército italiano.
Después de la ofensiva de los frentes sudoeste y Voronezh, los alemanes sólo tenían una alternativa: el ataque en línea recta. La única forma de salvar la operación consistía en que el VI Ejército cayera sobre la retaguardia de las fuerzas soviéticas en el Myshkovo.

El día 12 de diciembre, el general Hoth realizó un intento final lanzando más de sesenta de sus carros contra un regimiento del IT Ejército de la Guardia. Después de luchar varias horas, los carros de Hoth tuvieron que reconocer la superioridad del enemigo y retirarse.
El frío era cada vez más intenso en Stalingrado, con lo que se le solucionaba el problema de los suministros a Chuykov debido a la solidificación de las aguas del Volga. Durante aquel mes de diciembre, unos 80.000 hombres sitiados habían muerto a causa del frío, las heridas, el hambre o las enfermedades; no obstante, el resto continuaba luchando.
El Alto Mando soviético fijó el 10 de enero de 1943 como fecha para el inicio del ataque que pretendía someter al ejército enemigo; sin embargo, se ofreció a los alemanes la posibilidad de capitular, ante la argumentación del fracaso militar, de los horrores que estaban pasando los soldados alemanes, y con la promesa de alimentos y tratamiento médico. Pero Paulus no estaba dispuesto a rendirse, con lo que la en la mañana del 10 de enero, Stalingrado tembló bajo el impacto de las bombas y los proyectiles. A pesar de la tenaz resistencia de los alemanes, no cabía esperar que pudieran rechazar la embestida soviética.







El día 21, el aeródromo de Gumrak, hasta entonces bajo control alemán, cae en manos soviéticas, acción que iniciará la fase final de la «operación anillo». El frente del Don había alcanzado el centro de Stalingrado el día 25, lo que significaba la división de las fuerzas de Paulus en dos grupos.
A pesar de las órdenes en sentido contrario, algunos comandantes alemanes habían comenzado a negociar la rendición individual de las unidades bajo su mando.

Manstein, al ser consciente de lo terrible de la situación, realizó un último intento desesperado de convencer al Führer en el sentido de que aceptase la rendición. Pero el comunicado enviado por Hitler a Paulus era tajante: «Se prohíbe la rendición. El VI Ejército mantendrá sus posiciones en tanto le quede un hombre y una bala, y con su heroico comportamiento realizarán una inolvidable aportación al establecimiento de un frente defensivo y a la salvación del mundo occidental».

El día antes de la rendición, Paulus enviaba un mensaje desesperado a Hitler: «Nos estamos descomponiendo. Preveo la caída definitiva para mañana o pasado mañana». La caída será "mañana" para Paulus: el 31 de enero se rendirá y será hecho prisionero. Algunos grupos resistieron hasta el 2 de febrero, fecha en que capitularán definitivamente todas las unidades supervivientes del ejército alemán.
Ante estas noticias, Hitler explota de ira. Pocas horas antes había nombrado a Friedrich Paulus mariscal de campo y ahora conoce su rendición. Primer mariscal de campo prisionero de los soviéticos. Tras una sarta de insultos para el comandante de la plaza fuerte de Stalingrado, el Führer afirma: «Reconstruiremos inmediatamente el VI Ejército». Y lo reconstruirá, pero no podrá resucitar a los 200.000 muertos de Stalingrado y a la fe enterrada con ellos.




El fin trágico de la campaña de Stalingrado fue recordado en Alemania a lo largo de tres jornadas de luto nacional, y las palabras de Paulus adquirieron carácter de epitafio: «El VI Ejército mantuvo fielmente y hasta el último momento su juramento a Alemania y, consciente en todo instante de la importancia y la excelsitud de su misión, defendió sus posiciones hasta el último hombre y hasta la última bala por el Führer y el suelo patrio».

Se desconoce la cifra exacta de bajas que sufrió el Eje en la campaña de Rusia, pero se calcula en un millón quinientos mil el número de muertos, heridos, desaparecidos o prisioneros. De los 330.000 soldados cercados en Stalingrado, sólo 90.000 salieron por su pie después de la rendición. De ellos, unos 50.000 murieron a causa de una epidemia de tifus; y, del resto, muchos fallecieron en las marchas hacia los campos de concentración, situados, la mayoría, en Asia Central. De aquellos 90.000 que se rindieron, sólo 5.000 regresaron a sus casas al finalizar la guerra.







Para la Wehrmacht la campaña fue la más desastrosa de la guerra y de la historia militar alemana. El Mariscal de Campo Milch, calculó que se habían perdido 488 aviones de transporte y 1.000 miembros de las tripulaciones durante el "puente aéreo", sin contar las pérdidas de bombardero y cazas durante toda la campaña. El VI Ejército y el 4. Ejército Panzer, habían sido destruidos. Desde el inicio de la Operación Urano, habían muerto unos 60.000 hombres y cerca de 130.000 habían sido capturados, sin contar las bajas antes de la Operación Urano, la destrucción de cuatro ejércitos aliados (rumanos e italianos), la derrota de la Operación Tormenta de Invierno y las inflingidas por la Operación Pequeño Saturno. En total, las tropas de eje perdieron medio millón de hombres.
El Ejército Rojo sufrió 1.100.000 bajas durante la batalla de Stalingrado de los que 485.751 fueron muertos. Las perdidas en material fueron inmensas e incalculables.







Declaración de F. Paulus a un comandante de la IV Luftflotte

«No podemos ni siquiera replegar nuestras posiciones, ya que los hombres caen agotados. Es el cuarto día que no han recibido nada para comer. Qué podré responder, yo, comandante del Ejército, si un soldado viene a mí para decirme: mi coronel-general, un trocito de pan, por favor? Ya nos hemos comido los últimos caballos. ¿Se habría podido imaginar usted a los soldados precipitándose sobre un viejo cadáver de caballo para cortarle la cabeza y devorar su cerebro crudo? ¿Cómo continuar combatiendo con soldados que no tienen siquiera ropas de invierno? ¿Quién ha sido el hombre que tomó la responsabilidad de declarar que era posible asegurar un reavituallamiento aéreo?

(FUENTE: Hitler, chef de guerre,
Gert Bucheit, Librairie Arthaud.)






Mensajes alemanes el 13-I-1.943

Mensaje del puesto de mando de F. Paulus

«La combatividad de las tropas decae rápidamente, vista la situación en cuanto a víveres, carburante y municiones. Tenemos 16.000 heridos que no reciben absolutamente ningún cuidado. Aparte de los que están en el frente del Volga, los soldados no tienen posiciones adecuadas, ni refugios, ni madera para calentarse. Una vez más, pido libertad de acción para continuar resistiendo mientras sea posible o para abandonar la actividad militar si es imposible proseguir, ya que los heridos no pueden ser cuidados y la desmoralización total no se puede evitar. »



Respuesta del Alto Mando alemán

«Ni siquiera mencione la capitulación. Los ejércitos cumplirán su misión histórica, a fin de facilitar al máximo, con su feroz resistencia, la creación de un nuevo frente en Rostov y la retirada del grupo de ejércitos del Cáucaso.»








Fuente
Gerard Preminger - La batalla de Stalingrado

http://grieska.blogcindario.com/2007/01/00004-stalingrado.html

viernes, 1 de febrero de 2013

Cita con la historia bélica

“Congelado, hambriento, enfrentándote a una muerte segura, tienes la oportunidad de enviar una última carta a casa. ¿A quién escribirías? ¿Qué dirías? ¿Qué pensamientos pasan por tu mente cuando sabes que vas a morir?”.

Últimas cartas desde Stalingrado.