Gerhard Barkhorn fue uno de las pilotos de la Luftwaffe más destacado durante la Segunda Guerra Mundial. Durante las 1104 misiones que realizó, derribó 301 aviones aliados. En todas esas misiones también fue derribado 9 veces, tuvo que saltar de su avión 1 vez y fue herido otras 3. En una ocasión, en el frente ruso, Gerhard se encontraba luchando contra un piloto soviético. Hace una maniobra magistral, se logra colocar detrás del contrincante y le lanza una ráfaga que acierta de lleno, logrando incendiar el aparto enemigo. Al ver esto, Gerhard acelera hasta ponerse a la altura de su oponente y le indica con la mano que salte en paracaídas. El piloto ruso, le hace caso, salta y llega ileso a tierra. Cuando aterriza, su amigo y gran piloto Erich Hartmann le pregunta porqué no acabó con el piloto, a lo que Gerhard le responde: “Bubi (éste era el apodo de Hartmann), debes recordar que un día ese piloto fue hijo de una chica rusa. Él tiene el mismo derecho que nosotros a vivir y a amar”.