"Sabes vencer (Aníbal), pero no sabes aprovechar la victoria".
Maharbal, (general cartaginés, n?-m.202 a.C.).
La historia del siglo XX es vital para conocer mejor el siglo que vivimos: el siglo XXI.
jueves, 10 de enero de 2013
domingo, 6 de enero de 2013
Bletchley Park: el descifrado de "Enigma"
Alan Turing nació el 23 de junio de 1912 en Londres, hijo de un funcionario británico de la India. Sus padres se habían trasladado a Londres únicamente para que su hijo naciese en Gran Bretaña. Su padre regresó a la India unos meses después, y su madre cuando Alan tenía año y medio, dejando al niño en Inglaterra. Por ello Turing pasó gran parte de su infancia en internados o viviendo con amigos de la familia. Desde muy joven dio muestras de una habilidad extraordinaria para las matemáticas, aunque en otras materias no era un estudiante destacado. En 1931 ingresó en el prestigioso King’s College de la Universidad de Cambridge. Cuatro años más tarde consiguió el puesto de profesor en el King's College. En 1937 publicó un estudio titulado Sobre los números computables, en el que imaginaba una máquina programable que pudiese hacer operaciones matemáticas automáticamente, como multiplicar, dividir o hacer raíces cuadradas, y en la que los datos iniciales se introducirían por medio de una cinta de papel perforada y los resultados saldrían igualmente en otra cinta de papel. Al artefacto imaginario se le bautizó como máquina universal de Turing. Era el principio teórico de un ordenador, aunque la tecnología de la época aún no permitía hacerlo realidad. Sus propuestas no pasaron desapercibidas, y Turing se hizo un nombre en el mundillo matemático. Los años siguientes Turing continuó sus estudios en la Universidad de Princeton. Tras obtener el doctorado regresó en 1939 al King's College. Con 27 años se había convertido en un matemático reconocido y había alcanzado el éxito profesional.
Pero en septiembre de 1939 la brillante trayectoria académica de Turing se interrumpió. Nada más comenzar la guerra recibió una invitación para trabajar en el CG&CS (la Escuela Gubernamental de Códigos y Cifras), con sede en Bletchley Park. Allí Turing se tuvo que enfrentar al problema de descifrar la clave Enigma alemana. Como comenté en la entrada sobre Bletchley Park, los británicos no partían de cero en sus investigaciones, ya que podían aprovechar los avances que habían hecho en los años anteriores los criptoanalistas polacos. Sin embargo, debido al aumento de la complejidad y de la seguridad de la Enigma las técnicas polacas ya no eran suficientes y había que encontrar métodos de descifrado más avanzados (para conocer el funcionamiento de la máquina de cifrado Enigma ver La Enigma; para saber la historia de los trabajos polacos verLos polacos contra la Enigma).
Turing ideó una máquina basada en las "bombas" polacas (de hecho se las siguió llamando "bombas") para probar posiciones de los modificadores automáticamente y buscar la clave de los mensajes cifrados. Cuando hablé de Bletchley Park comenté que los criptoanalistas utilizaban atajos que les adelantaban su trabajo, como los "cillis" y los puntales. La gran novedad del planteamiento de Turing fue su idea de poner a trabajar máquinas en serie para aprovechar los puntales por medio de lo que se conocen como bucles.
¿Qué es un bucle? Para comprenderlo (y para explicarlo) lo mejor es poner un ejemplo. Imaginemos que en un texto cifrado conocemos un puntal, es decir, un fragmento de texto del que sabemos (o suponemos) su significado. Para no liarlo mucho, las letras del texto llano o sin cifrar (las que entran en la máquina) las escribiré en verde, y las del texto cifrado (o las que salen de la máquina) en rojo. Supongamos que el texto cifrado es TSOANLZRK y el texto llano LUFTWAFFE. Es decir:
1 2 3 4 5 6 7 8 9
Texto llano L U F T W A F F E
Texto cifrado T S O A N L Z R K
Las letras de 1 serían la entrada y la salida correspondientes a una determinada posición P de los modificadores de la Enigma. Como cada vez que se teclea una letra los modificadores giran una posición, 2 equivaldría a P+1, 3 a P+2, 4 a P+3, y así sucesivamente. A partir de un puntal como este los criptoanalistas tenían un dato con el que empezar a trabajar: se trataría de ir cambiando posiciones de los modificadores hasta encontrar P, la posición en la que al escribir en la entrada LUFTWAFFE tuviésemos a la salida TSOANLZRK. Pero ese no dejaba de ser el comienzo del problema. El número de posiciones posibles seguía siendo de miles de billones.
Y ahora viene el truco: En la posición P (que desconocemos) sabemos que al teclear L tenemos una T a la salida. Pero si nos fijamos, en la letra 4 (o posiciónP+3) tenemos también una T, pero a la entrada de la máquina de cifrado. Su salida es una A, y a su vez A es la entrada 6 (o P+5). Y por último en la salida de 6 tenemos una L, y resulta que L era la entrada de la primera posición, la P. Ya tenemos el bucle:
L -> T/T -> A/A -> L
El siguiente paso es poner las máquinas trabajando en serie. La primera tendría una posición determinada N de los modificadores. Su salida estaría unida a la entrada de la segunda, con una posición de modificadores N+3. A su vez la salida de esta estaría unida a la tercera, en N+5. Por último la salida de la tercera volvería a unirse a la entrada de la primera. Y a continuación ponemos a trabajar las máquinas sincronizadamente, cambiando todas a la siguiente posición de modificadores al mismo tiempo. Si convertimos el circuito que hemos establecido en un circuito eléctrico, conectándolo a una batería, e intercalamos una lámpara en cualquier punto de él, el circuito sólo se cerraría (y por tanto la lámpara se encendería para avisarnos) cuando al meter una L a la entrada de la primera máquina tuviésemos también una L a la salida de la tercera. Es decir, cuando Nsea P, la posición de los modificadores que estamos buscando. Y lo más importante: el bucle nos da sólo la posición de los modificadores, los cambios de letras que hubiese en el clavijero no influyen porque se anulan entre sí. Por ejemplo, si la L está intercambiada en el clavijero por la Z, la L se convertiría en Za la entrada de los modificadores en la primera máquina, pero en la tercera, como sólo nos valdría la posición que saque una L, ésta sería la que sacase una Z a la entrada del clavijero. Así se eliminan de un plumazo los cien mil millones de combinaciones posibles que introduce el clavijero.
Quedarían por solucionar otros problemas, el primero de ellos precisamente el de deducir los cambios de letras en el clavijero. Pero una vez que se hubiese averiguado la posición de los modificadores los cambios en el clavijero se podían encontrar fácilmente con un simple análisis de frecuencia. Las máquinas conectadas en serie habrían hecho la mayor parte del trabajo. El gran problema de verdad, donde los criptoanalistas tenían que demostrar su habilidad y su intuición, era el de encontrar puntales con los que empezar a trabajar.
Cada bomba estaba formada por doce juegos de modificadores, por lo que podían encargarse de bucles mucho mayores que el de tres letras que puse como ejemplo. Como había 17.576 orientaciones posibles de los modificadores, probando una posición por segundo se tardaría un máximo de cinco horas en probar todas las posiciones posibles.
Foto de una bomba de Bletchley Park:
La primera bomba comenzó a funcionar en marzo de 1940. Sus resultados no fueron todo lo buenos que se podía esperar. En agosto entró en servicio un nuevo modelo mejorado. A partir de ahí lo único que se hizo fue ir aumentando el número de bombas y los resultados fueron cada vez mejores. Al final, los expertos de Bletchley Park podían encontrar la clave de un mensaje cifrado con una máquina Enigma en menos de una hora.
Reproducción moderna de una bomba:
El descifrado de la Enigma fue decisivo en la guerra, pero los criptoanalistas de Bletchley Park tuvieron que mantener en secreto su contribución a la victoria aliada durante décadas, hasta que en los años 70 el gobierno británico levantó el secreto sobre el tema. Algunos no llegaron a recibir en vida el reconocimiento que merecían. Uno de ellos fue Alan Turing. Después de la guerra continuó trabajando en estudios teóricos de cibernética y participó en el desarrollo de algunas de las primeras computadoras de la historia. Pero su carrera se vio truncada de repente en 1952, cuando fue detenido por un delito de indecencia y perversión sexual. Al ir a denunciar un robo cometido en su casa Turing confesó ingenuamente que mantenía una relación homosexual (al parecer su amante había sido cómplice del ladrón). En el juicio Turing se negó a defenderse, como protesta por que la homosexualidad fuese considerada un delito en Inglaterra. Fue declarado culpable y se le dio a escoger entre la castración química o ingresar en prisión. Turing eligió lo primero, y fue sometido a un tratamiento con hormonas que aparte de impotencia le causaron obesidad y otros problemas físicos. La prensa informó ampliamente de su juicio, por lo que su humillación fue además pública. Por si fuera poco, el gobierno británico le retiró todas sus acreditaciones de seguridad, lo que le impidió seguir trabajando en investigaciones sobre computación. El 7 de junio de 1954 Alan Turing se suicidó con una manzana mojada en cianuro, una idea que había tomado de su película favorita, Blancanieves y los siete enanitos.
¿Qué habría pasado si el Ejército hubiese conocido su homosexualidad cuando Turing trabajaba en el CG&CS? Jack Goods, un criptoanalista compañero suyo en Bletchley Park, comentó: “Afortunadamente las autoridades no sabían que Turing era homosexual. Si no, podríamos haber perdido la guerra”. En septiembre del 2009 el primer ministro británico Gordon Brown emitió un comunicado en el que pedía disculpas públicamente en nombre de su gobierno por el trato que había recibido Alan Turing en los últimos años de su vida.
Fuentes:
http://nonsei2gm.blogspot.fr
Simon Singh: Los códigos secretos
www.bletchleypark.org.uk
http://es.wikipedia.org/wiki/Alan_Turing
http://www.mathcomp.leeds.ac.uk/turing2012/
Simon Singh: Los códigos secretos
www.bletchleypark.org.uk
http://es.wikipedia.org/wiki/Alan_Turing
http://www.mathcomp.leeds.ac.uk/turing2012/
sábado, 5 de enero de 2013
El puente de Remagen
Después del fracaso de la ofensiva de las Ardenas, a comienzos de 1945, donde los alemanes consumieron lo mejor de sus reservas, en el frente occidental la guerra parecía ya decidida. Los aliados tan solo tenían que superar la Línea Sigfrido, la red de fortificaciones que se extendía a lo largo de las fronteras alemanas, para penetrar en el corazón del Reich. Los británicos fueron los primeros en atacar, en el norte, en la frontera germano-holandesa. Entre el 8 de febrero y el 9 de marzo de 1945 tuvieron lugar intensos combates en el Reichswald,. Allí las fortificaciones alemanas estaban bien preparadas y eran defendidas por tropas experimentadas. El terreno accidentado anulaba en gran parte la ventaja numérica anglo-canadiense y su abrumadora superioridad en armamento y suministros. Mientras Montgomery se estrellaba contra las defensas alemanas en el Reichswald, más al sur los estadounidenses tenían como objetivo atravesar las defensas alemanas y establecer cabezas de puente sobre el Rin con el fin de acceder a la cuenca del Ruhr, la principal área industrial de Alemania.
Hitler había prohibido la retirada de sus fuerzas de la línea Sigfrido, en contra de la recomendación de sus generales, que insistían en la imposibilidad de defenderla. Fue una orden que provocó que centenares de miles de soldados alemanes se quedasen atrapados en las fronteras occidentales. Pese a ello, el propio Führer confiaba mucho más en el Rin como línea defensiva. Se tomaron cuidadosas medidas para que, tras la retirada de las tropas alemanas, fuesen volados todos los puentes sobre el gran río. La batalla se anunciaba difícil, ya que los alemanes no tenían intención de permitir a los aliados entrar en Alemania sin tener que pagar un alto precio.
El 7 de marzo el 27º Batallón de Infantería Blindada de la 9ª División Blindada del Ejército de Estados Unidos llegó a las proximidades de la pequeña población de Remagen, a orillas del Rin. Cuando los estadounidenses alcanzaron las alturas que dominaban la ciudad, se sorprendieron al ver un puente que se mantenía aparentemente intacto sobre el río. Era el puente Ludendorff, construído para el ferrocarril durante la Primera Guerra Mundial. En un primer momento, los oficiales del 27º Batallón solicitaron fuego de artillería para limpiar la orilla oeste y se limitaron a esperar observando el puente. Pero el apoyo artillero no llegó. En su lugar, cuando el general William Hodges, comandante del Primer Ejército de los Estados Unidos, conoció la noticia, emitió órdenes urgentes para que el 27º Batallón avanzase sobre Remagen y capturase el puente a toda costa.
En el bando alemán reinaba la confusión. El comandante en Remagen, el teniente Willi Bratge, desconocía que aquella misma noche el mayor Hans Scheller había recibido el mando del área entre Remagen y Scheleiden. Scheller tenía intención de mantener abierto el puente el mayor tiempo posible para permitir la retirada de las tropas alemanas que aún quedaban en la orilla occidental del Rin (incluyendo equipo pesado, como tanques y piezas de artillería). El teniente Bratge, en cambio, quería demolerlo cuanto antes para evitar su captura. El oficial responsable de preparar la voladura del puente, el capitán Friesenhahn, había solicitado 600 kilogramos de explosivos de demolición. En su lugar recibió aquella misma mañana 300 kilos de Donarit, un explosivo de uso civil de relativa escasa potencia utilizado en la minería.
A las dos menos veinte de la tarde comenzó el ataque. Mientras el 27º Batallón avanzaba sobre la ciudad, los estadounidenses esperaban ver en cualquier momento el puente saltando por los aires. Pero hacia las tres y cuarto, cuando los primeros tanques Sherman habían superado la resistencia alemana en el interior de la población y estaban alcanzando ya la entrada del puente, este aún seguía intacto. En ese momento los alemanes hicieron estallar una carga explosiva en la rampa de acceso que abrió un enorme cráter y frenó a los tanques. Con los Sherman paralizados, el puente iba a tener que ser tomado por la infantería. Los encargados de hacerlo serían los soldados de la Compañía A, al mando de un oficial de origen alemán, el teniente Karl Timmerman. A las 15.40 horas Timmerman y sus hombres comenzaron a avanzar, y fue en ese momento cuando el comandante Scheller dio al fin la orden de detonar las cargas. Una enorme explosión sacudió el puente. Cuando se disipó el humo los hombres de ambas orillas se quedaron atónitos al ver que el puente aún seguía en pie. Toda la estructura se había levantado en el aire y había vuelto a caer sobre sus pilares. Solo una parte de las cargas había detonado. Con los hombres de Timmerman avanzando a través del puente bajo el fuego enemigo, el teniente Hugh Mott y los sargentos Eugene Dorland y John Reynolds se metieron bajo la estructura para empezar a cortar los cables que iban a las cargas de demolición restantes. Después de un intenso combate, los hombres de Timmerman alcanzaron el extremo oriental. Con la llegada de más hombres pudieron despejar el túnel del ferrocarril que tenía su salida a la entrada del puente y los acantilados de las proximidades. Durante la tarde y la noche siguieron cruzando refuerzos y la 9ª División logró asegurar un perímetro alrededor del puente Ludendorff. Al final del día los aliados habían consolidado una cabeza de puente en la orilla oriental del Rin.
El sargento Alexander A. Drabik, el primer estadounidense que logró cruzar el puente, recibe la Cruz de Servicios Distinguidos:
Enfurecido por la captura del puente Ludendorff, Hitler ordenó el arresto inmediato de los cinco oficiales asignados a su defensa y destrucción. En un consejo de guerra presidido por el teniente general Rudolf Hübner los cinco hombres fueron declarados culpables de "cobardía" y "negligencia en el cumplimiento del deber" y condenados a muerte. Cuatro de ellos, el comandante Scheller, el teniente Karl Heinz Peters y los comandantes Herbert Strobel y August Kraft, fueron ejecutados en el Westerwald el mismo día que se dictó la sentencia. Por orden de Hitler, los derechos de pensión de sus familias fueron revocados. Solo sobrevivió el teniente Bratge, que había sido capturado por las fuerzas estadounidenses y fue condenado in absentia. Otra decisión de Hitler fue cambiar al comandante en jefe del frente Oeste. El veterano Rundstedt fue sustituido por el mariscal Kesselring, que había demostrado su talento en los combates defensivos de Italia durante 1943 y 1944.
Soldados del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos trabajaron durante horas para estabilizar y reparar el puente, que había sufrido daños importantes. Pronto estuvo en condiciones de soportar el tráfico de camiones y tanques. Ocho mil hombres lo atravesaron en las primeras 24 horas después de la captura. En los días posteriores cruzaron el Rin en Remagen las divisiones 9ª, 78ª y 99ª.
Los alemanes destinaron todos los medios que tenían a su alcance para tratar de destruir el puente Ludendorff. El OKH ordenó realizar ataques aéreos (arriesgando los pocos bombarderos tácticos que le quedaban a la Luftwaffe en el frente occidental), bombardeos con cohetes V-2, y el uso de minas flotantes o colocadas por hombres-rana. Los ataques fracasaron uno tras otro.
El 17 de marzo, diez días después de la captura, los alemanes lanzaron contra el puente Ludendorff once cohetes V-2 desde la región de Hellendoorn, en Holanda, a unos 200 kilómetros al norte de Remagen. Los misiles destruyeron varios edificios cercanos y mataron al menos a seis soldados estadounidenses, pero no tocaron el puente. El impacto más próximo se produjo a más de 200 metros de distancia. Sin embargo, cuando los hombres del Cuerpo de ingenieros trabajaban en reforzarlo, el puente se derrumbó repentinamente, causando la muerte de 28 soldados y heridas a otros 93. Al día siguiente Hitler envió un telegrama de felicitación al oficial al mando del equipo de lanzamiento de las V-2 de Hellendoorn. Puede que el Führer creyese erróneamente que el puente había recibido el impacto directo de uno de los misiles, un error lógico ya que el colapso se había producido el mismo día del ataque. También es posible que bastasen las vibraciones causadas por la explosiones de las V-2 para que el puente se viniese abajo, después del desgaste que había sufrido por los bombardeos de los días anteriores.
Estado del puente tras el colapso:
Como demuestran los continuos ataques lanzados en aquellos diez días, Hitler y el OKH dieron una enorme importancia a la captura del puente Ludendorff. También la prensa aliada, que la bautizó como “el milagro de Remagen”. Pero en realidad se trató de una acción secundaria que apenas modificó los planes aliados. Para desesperación del general Hodges, Eisenhower no quiso comprometer sus fuerzas para explotar la cabeza de puente, destinando tan solo cuatro divisiones a la operación. Unos pocos días después del colapso del puente, el III Ejército del general Patton atravesaba el Rin en Oppenheim, al sur de Remagen, e iniciaba la invasión de Alemania a gran escala. En el norte, casi simultáneamente, se desencadenaba una ofensiva aún mayor por parte del 21 Grupo de Ejércitos de Montgomery. Las tropas británico-canadienses cruzaron el Rin sucesivamente en Bonn y Duisburg. Ni siquiera la cabeza de puente de Remagen se vio excesivamente afectada cuando el puente Ludendorff se derrumbó. Los ingenieros estadounidenses habían construído pasos de pontones aguas arriba y abajo del puente del ferrocarril, por lo que su pérdida no tuvo excesiva importancia táctica ni estratégica.
El auténtico valor de la captura del puente de Remagen estuvo en el aspecto psicológico. Fue el primer punto en el que los aliados lograron cruzar el Rin, la defensa natural de Alemania. Una vez superado, las pocas esperanzas que aún podrían tener los alemanes en dar la vuelta a la situación se desvanecieron. En pocas semanas los ejércitos aliados se expandieron por todo el Reich sin que una Wehrmacht en retirada y desmoralizada pudiese hacer nada para impedirlo.
Fuentes:
http://nonsei2gm.blogspot.fr
http://militaryhistory.about.com/od/worldwarii/p/remagen.htm
http://www.artehistoria.jcyl.es/batallas/contextos/5280.htm
http://www.secondeguerre.net/articles/evenements/ou/45/ev_remagen.html
http://en.wikipedia.org/wiki/Remagen
www.youtube.com
Hitler había prohibido la retirada de sus fuerzas de la línea Sigfrido, en contra de la recomendación de sus generales, que insistían en la imposibilidad de defenderla. Fue una orden que provocó que centenares de miles de soldados alemanes se quedasen atrapados en las fronteras occidentales. Pese a ello, el propio Führer confiaba mucho más en el Rin como línea defensiva. Se tomaron cuidadosas medidas para que, tras la retirada de las tropas alemanas, fuesen volados todos los puentes sobre el gran río. La batalla se anunciaba difícil, ya que los alemanes no tenían intención de permitir a los aliados entrar en Alemania sin tener que pagar un alto precio.
El 7 de marzo el 27º Batallón de Infantería Blindada de la 9ª División Blindada del Ejército de Estados Unidos llegó a las proximidades de la pequeña población de Remagen, a orillas del Rin. Cuando los estadounidenses alcanzaron las alturas que dominaban la ciudad, se sorprendieron al ver un puente que se mantenía aparentemente intacto sobre el río. Era el puente Ludendorff, construído para el ferrocarril durante la Primera Guerra Mundial. En un primer momento, los oficiales del 27º Batallón solicitaron fuego de artillería para limpiar la orilla oeste y se limitaron a esperar observando el puente. Pero el apoyo artillero no llegó. En su lugar, cuando el general William Hodges, comandante del Primer Ejército de los Estados Unidos, conoció la noticia, emitió órdenes urgentes para que el 27º Batallón avanzase sobre Remagen y capturase el puente a toda costa.
En el bando alemán reinaba la confusión. El comandante en Remagen, el teniente Willi Bratge, desconocía que aquella misma noche el mayor Hans Scheller había recibido el mando del área entre Remagen y Scheleiden. Scheller tenía intención de mantener abierto el puente el mayor tiempo posible para permitir la retirada de las tropas alemanas que aún quedaban en la orilla occidental del Rin (incluyendo equipo pesado, como tanques y piezas de artillería). El teniente Bratge, en cambio, quería demolerlo cuanto antes para evitar su captura. El oficial responsable de preparar la voladura del puente, el capitán Friesenhahn, había solicitado 600 kilogramos de explosivos de demolición. En su lugar recibió aquella misma mañana 300 kilos de Donarit, un explosivo de uso civil de relativa escasa potencia utilizado en la minería.
A las dos menos veinte de la tarde comenzó el ataque. Mientras el 27º Batallón avanzaba sobre la ciudad, los estadounidenses esperaban ver en cualquier momento el puente saltando por los aires. Pero hacia las tres y cuarto, cuando los primeros tanques Sherman habían superado la resistencia alemana en el interior de la población y estaban alcanzando ya la entrada del puente, este aún seguía intacto. En ese momento los alemanes hicieron estallar una carga explosiva en la rampa de acceso que abrió un enorme cráter y frenó a los tanques. Con los Sherman paralizados, el puente iba a tener que ser tomado por la infantería. Los encargados de hacerlo serían los soldados de la Compañía A, al mando de un oficial de origen alemán, el teniente Karl Timmerman. A las 15.40 horas Timmerman y sus hombres comenzaron a avanzar, y fue en ese momento cuando el comandante Scheller dio al fin la orden de detonar las cargas. Una enorme explosión sacudió el puente. Cuando se disipó el humo los hombres de ambas orillas se quedaron atónitos al ver que el puente aún seguía en pie. Toda la estructura se había levantado en el aire y había vuelto a caer sobre sus pilares. Solo una parte de las cargas había detonado. Con los hombres de Timmerman avanzando a través del puente bajo el fuego enemigo, el teniente Hugh Mott y los sargentos Eugene Dorland y John Reynolds se metieron bajo la estructura para empezar a cortar los cables que iban a las cargas de demolición restantes. Después de un intenso combate, los hombres de Timmerman alcanzaron el extremo oriental. Con la llegada de más hombres pudieron despejar el túnel del ferrocarril que tenía su salida a la entrada del puente y los acantilados de las proximidades. Durante la tarde y la noche siguieron cruzando refuerzos y la 9ª División logró asegurar un perímetro alrededor del puente Ludendorff. Al final del día los aliados habían consolidado una cabeza de puente en la orilla oriental del Rin.
El sargento Alexander A. Drabik, el primer estadounidense que logró cruzar el puente, recibe la Cruz de Servicios Distinguidos:
Enfurecido por la captura del puente Ludendorff, Hitler ordenó el arresto inmediato de los cinco oficiales asignados a su defensa y destrucción. En un consejo de guerra presidido por el teniente general Rudolf Hübner los cinco hombres fueron declarados culpables de "cobardía" y "negligencia en el cumplimiento del deber" y condenados a muerte. Cuatro de ellos, el comandante Scheller, el teniente Karl Heinz Peters y los comandantes Herbert Strobel y August Kraft, fueron ejecutados en el Westerwald el mismo día que se dictó la sentencia. Por orden de Hitler, los derechos de pensión de sus familias fueron revocados. Solo sobrevivió el teniente Bratge, que había sido capturado por las fuerzas estadounidenses y fue condenado in absentia. Otra decisión de Hitler fue cambiar al comandante en jefe del frente Oeste. El veterano Rundstedt fue sustituido por el mariscal Kesselring, que había demostrado su talento en los combates defensivos de Italia durante 1943 y 1944.
Soldados del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos trabajaron durante horas para estabilizar y reparar el puente, que había sufrido daños importantes. Pronto estuvo en condiciones de soportar el tráfico de camiones y tanques. Ocho mil hombres lo atravesaron en las primeras 24 horas después de la captura. En los días posteriores cruzaron el Rin en Remagen las divisiones 9ª, 78ª y 99ª.
Los alemanes destinaron todos los medios que tenían a su alcance para tratar de destruir el puente Ludendorff. El OKH ordenó realizar ataques aéreos (arriesgando los pocos bombarderos tácticos que le quedaban a la Luftwaffe en el frente occidental), bombardeos con cohetes V-2, y el uso de minas flotantes o colocadas por hombres-rana. Los ataques fracasaron uno tras otro.
El 17 de marzo, diez días después de la captura, los alemanes lanzaron contra el puente Ludendorff once cohetes V-2 desde la región de Hellendoorn, en Holanda, a unos 200 kilómetros al norte de Remagen. Los misiles destruyeron varios edificios cercanos y mataron al menos a seis soldados estadounidenses, pero no tocaron el puente. El impacto más próximo se produjo a más de 200 metros de distancia. Sin embargo, cuando los hombres del Cuerpo de ingenieros trabajaban en reforzarlo, el puente se derrumbó repentinamente, causando la muerte de 28 soldados y heridas a otros 93. Al día siguiente Hitler envió un telegrama de felicitación al oficial al mando del equipo de lanzamiento de las V-2 de Hellendoorn. Puede que el Führer creyese erróneamente que el puente había recibido el impacto directo de uno de los misiles, un error lógico ya que el colapso se había producido el mismo día del ataque. También es posible que bastasen las vibraciones causadas por la explosiones de las V-2 para que el puente se viniese abajo, después del desgaste que había sufrido por los bombardeos de los días anteriores.
Estado del puente tras el colapso:
Como demuestran los continuos ataques lanzados en aquellos diez días, Hitler y el OKH dieron una enorme importancia a la captura del puente Ludendorff. También la prensa aliada, que la bautizó como “el milagro de Remagen”. Pero en realidad se trató de una acción secundaria que apenas modificó los planes aliados. Para desesperación del general Hodges, Eisenhower no quiso comprometer sus fuerzas para explotar la cabeza de puente, destinando tan solo cuatro divisiones a la operación. Unos pocos días después del colapso del puente, el III Ejército del general Patton atravesaba el Rin en Oppenheim, al sur de Remagen, e iniciaba la invasión de Alemania a gran escala. En el norte, casi simultáneamente, se desencadenaba una ofensiva aún mayor por parte del 21 Grupo de Ejércitos de Montgomery. Las tropas británico-canadienses cruzaron el Rin sucesivamente en Bonn y Duisburg. Ni siquiera la cabeza de puente de Remagen se vio excesivamente afectada cuando el puente Ludendorff se derrumbó. Los ingenieros estadounidenses habían construído pasos de pontones aguas arriba y abajo del puente del ferrocarril, por lo que su pérdida no tuvo excesiva importancia táctica ni estratégica.
El auténtico valor de la captura del puente de Remagen estuvo en el aspecto psicológico. Fue el primer punto en el que los aliados lograron cruzar el Rin, la defensa natural de Alemania. Una vez superado, las pocas esperanzas que aún podrían tener los alemanes en dar la vuelta a la situación se desvanecieron. En pocas semanas los ejércitos aliados se expandieron por todo el Reich sin que una Wehrmacht en retirada y desmoralizada pudiese hacer nada para impedirlo.
Fuentes:
http://nonsei2gm.blogspot.fr
http://militaryhistory.about.com/od/worldwarii/p/remagen.htm
http://www.artehistoria.jcyl.es/batallas/contextos/5280.htm
http://www.secondeguerre.net/articles/evenements/ou/45/ev_remagen.html
http://en.wikipedia.org/wiki/Remagen
www.youtube.com
viernes, 4 de enero de 2013
martes, 1 de enero de 2013
Operación "Bodenplatte": 1º de enero de 1945
El 31 de diciembre de 1944 se recibió en los aeródromos de Alemania occidental la palabra clave “Hermann”. Era el nombre en clave para preparar el último ataque a gran escala a los aeródromos aliados de Holanda, Bélgica y Francia. El mensaje iba acompañado de unos números: “1.1.45”. Se había reunido una impresionante fuerza de 800 Me-109G y Fw-190. Muchos de ellos irían armados de una bomba de 250 kilos en misión de cazabombardero. Sus objetivos eran los aeródromos de Eindhoven, Volkel, Antwerp-Deurne y Le Culot. Al alba del 1º de enero de 1945 se alzaba al aire esta impresionante fuerza aérea, que podríamos decir que era la última fuerza de defensa aérea del Reich. Al igual que la ofensiva de las Ardenas “Wacht am Rhein” tuvo un éxito limitado. La fuerza aérea aliada fue cogida desprevenida en el suelo pero supo reaccionar de inmediato y las bajas alemanas fueron cuantiosas.
La única unidad alemana que completó con éxito su misión fue la JG/3 “Udet”. Su misión de atacar el aeródromo de Eindhoven fue un rotundo éxito: llego sobre él cuando en esos momentos se encontraba sobre la pista el 438º y 439º escuadrones de la RCAF, los cuales, dotados de Typhoon, estaban a punto de despegar en una misión de ataque a la zona de las Ardenas. Mediante pasadas bajas de ametrallamiento muchos de los Typhoon fueron destruidos en tierra. Según los testigos del aeródromo fue un ataque impecable y eficaz como nunca se había visto.
El Hawker Typhoon fue empleado como caza interceptor en el fiasco de Dieppe, donde demostró su poca fiabilidad en este cometido, pero demostró ser un gran aparato para el ataque al suelo. Capaz de portar casi 1 tonelada de explosivos bajo sus alas y armado de 4 cañones Hispano de 20mm, era un enemigo temible.
Los ataques a los otros aeródromos no fueron tan eficaces. El personal de tierra dijo en su informe posterior que los pilotos parecían novatos, las escuadrillas se estorbaban unas a otras en sus pasadas y sus ataques no fueron muy precisos, lo que facilitó que algunos aviones de caza pudieran despegar y responder al ataque.
En cifras podemos decir que los aliados perdieron más aparatos que los alemanes, pero éstos pudieron ser repuestos en apenas dos semanas. Los alemanes no pudieron reemplazar las pérdidas nunca. Fueron destruidos 144 aparatos aliados en el suelo y en el aire y 62 fueron tan dañados que no pudieron repararse. Por su parte los alemanes reconocieron 188 aviones perdidos junto a la mayor parte de sus pilotos. 127 de los aparatos alemanes fueron derribados sobre territorio controlado por los aliados y al ser examinados arrojaron las siguientes cifras:
- 41 derribados por acción de los cazas.
- 82 derribados por el fuego antiaéreo
- 16 estaban tan dañados que no pudieron esclarecerse las causas de su derribo.
El Spitfire Mk XIV, era simplemente un Mk VIII con motor Griffon con sobrealimentador. El avión tenía una característica poco común: además de disponer de 5 palas en la hélice, ésta giraba al revés que todos los demás Spitfire. Esto hizo que no pocos pilotos que volaran por primera vez en él se llevaran un enorme susto al encontrarse dando giros cerrados en el suelo cuando metían gases al acelerar para el despegue.
“Bodenplatte” fue el canto del cisne de la Luftwaffe, que al igual que todas las fuerzas armadas alemanas en el final de la segunda guerra mundial, se autosacrificó para mayor gloria del III Reich.
Esta operación fue realizada al unísono de la última ofensiva alemana en Occidente: “Nordwind”, un avance limitado hacia Estrasburgo, para eliminar el saliente aliado sobre el Mosa y el flanco sur del frente, debilitado por la contraofensiva aliada en las Ardenas. Si hubiera tenido éxito, la fuerza aérea táctica aliada en Europa hubiera quedado seriamente dañada y la Luftwaffe hubiera gozado de un respiro para dominar el espacio aéreo sobre Europa occidental.
El modelo G del Me-109 fue el último intento de mantener operativo este legendario caza.
Dotado de un cañón MG 108 de 30mm o de un MG 151 de 20mm que disparaba a través del eje de la hélice y 2 ametralladoras MG 17 de 7,7mm en las alas. También podía montar 2 góndolas bajo las alas portando un cañón de 20mm en cada una.
Resumen:
Al mismo tiempo que su última ofensiva terrestre se venía abajo ante la presión insoportable del poder aéreo táctico aliado, la Luftwaffe planeaba un asalto total contra 27 bases aéreas aliadas en Bélgica, Holanda y Francia. El objetivo de la Operación Bodenplatte (“Placa de fondo”) era acabar con la
supremacía aérea de la fuerza de los cazas aliados y permitir a la debilitada Luftwaffe concentrar sus recursos en la amenaza que suponían los bombardeos estratégicos. Programada para la madrugada
del día de Año Nuevo, el 1 de enero de 1945, era una apuesta desesperada que le iba a salir muy caro a la Luftwaffe.
Un deficiente planeamiento, instrucciones inadecuadas, la escasez de pilotos con experiencia y una mala coordinación con la artillería antiaérea le costaron a la Luftwaffe un tercio de los 900 aviones que empleó en este ataque sorpresa a gran escala. Lo que es más importante es que más de 200 pilotos, entre los que se incluían casi 80 líderes y comandantes experimentados, no sobrevivieron al primer día del año 1945. La tercera parte de los aviones derribados lo fueron por la artillería antiaérea “amiga”, ya que hubo baterías a las que no se les informó de los planes de vuelo. En otros casos, el mal tiempo retrasó el despegue, con lo que los pilotos volaron sobre baterías que no los esperaban entonces, sino antes.
Lo único que tenían a su favor los pilotos de la operación Bodenplatte era la sorpresa. Lo último que esperaban los aliados de una fuerza aérea que sabían que estaba contra las cuerdas era un ataque masivo, y menos aún en la madrugada del día de Año Nuevo. Algunos aeródromos aliados sufrieron daños cuantiosos, mientras que otros fueron atacados con poca eficacia por un pequeño número de cazabombarderos. Las fuerzas aéreas aliadas tardaron en reaccionar, pero pronto empezaron a realizar múltiples salidas para dificultar los ataques a baja cota y, en ocasiones, acabar por completo con ellos.
Al terminar el día, los aliados habían perdido casi 500 aviones, la mayoría en el suelo, siendo el sector
británico el que sufrió los mayores daños. Se trató de un golpe muy duro, pero todos los aviones destruidos fueron reemplazados en un par de semanas, mientras que las pérdidas alemanas, sobre
todo en pilotos, eran irremplazables. A partir de este momento cayó sobre el ejército alemán todo el peso de las fuerzas aéreas tácticas aliadas, hasta el extremo de que resultaba imposible mover tropas o suministros en tierra sin atraer la atención, en forma de cohetes, bombas y balas, de los cazabombarderos que ocupaban libremente los cielos.
Fuente: http://mundosgm.com/index.php
Fuente:http://www.de1939a1945.bravepages.com/europeo/006bodenplatte.htm
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Operacion Nordwind
Durante la ofensiva de los franceses al lado del 6to Grupo de Ejercito del General Patch en el sur de Francia y Alemania, la 21 Panzer División y la 25 Panzergrenadier División quedaron cercadas en la ciudad de Colmar. Pese a que la contraofensiva de las Ardenas del 16 de diciembre no había dado el resultado esperado, el Alto Mando de la Wehrmacht intentó separar el Ejército del General Patch del Primer Ejército Francés y de paso permitir la salida de las fuerzas cercadas en la bolsa de Colmar. Para ello dispuso que la experimentada 6ta División de Montaña SS debía irrumpir a través de las planicies de Alsacia en dirección al sur. En esos momentos, la extracción de tropas estadounidenses para reforzar al Ejército de Patton en Las Ardenas favorecía una ofensiva en el sur con el debilitamiento del cerco de Colmar.
Las fuerzas Aliadas en el sur de Francia, si bien hicieron rápidos progresos habían sido detenidas por decisión de Eisenhower en el momento en que se inició la ofensiva alemana de las Ardenas. El 28 de diciembre, el retiro de unidades del Ejército de Patch por orden del General Devers para reforzar al 3er Ejército de Patton en las Ardenas puso en apuros al General de Lattre que vio comprometida las posiciones francesas y el cerco de un número importante de fuerzas alemanas. Por otro lado, la decisión de Devers echó también por tierra los planes del General Patch de continuar la ofensiva.
Durante los días 21 al 27 de diciembre, era evidente que la situación en las Ardenas estaba condenada al fracaso debido a que, por falta de combustible, las unidades Panzer no hacían progresos y la llegada a la costa belga era ya imposible. El Alto Mando de la Wehrmacht pensó que sólo les quedaba una posible jugada y ello era posible precisamente en el sur de Francia aprovechando la detención de la ofensiva Aliada y el traslado de tropas estadounidenses al norte.
La sugerencia de Von Rundstedt fue atacar el flanco sur del 3er Ejército de Patton o directamente al 6to Ejército de Patch, pero tal acción fue desestimada por el propio Von Rundstedt y Hitler al comprobar que era imposible conformar una fuerza suficiente para lograr un ataque exitoso. La única opción era intentar un golpe de mano con fuerzas reducidas para dividir a las fuerzas aliadas y liberar de paso a las unidades alemanas cercadas en Colmar. La operación fue llamada "Zanhartz" (zancudo) de manera tentativa.
La decisión final después de analizar dos posibles acciones propuestas por los generales von Rundstedt y Johannes Blaskowitz, fue utilizar una división Panzer y una división de infantería para abrir una brecha en las líneas estadounidenses en el valle del río Sarre. Simultáneamente cuatro divisiones de infantería atacarían desde Bitche a través del Vosges. La operación estaría al mando del Coronel General Blaskowitz quien contaría con dos divisiones Panzer de reserva para irrumpir en el lugar donde se abriera la brecha en las líneas estadounidenses.
Como era su costumbre, Hitler interfirió en los planes ordenando que las unidades de reserva se mantuvieran en Saarbrucken y desaprobó luego la solicitud de Blaskowitz de que unidades del Grupo de Ejércitos G efectuara ataques de apoyo para dispersar las defensas estadounidenses. Hitler también desaprobó retardar el ataque durante el tiempo pedido por Blaskowitz para aprestar a sus fuerzas, y como concesión prometió que el Grupo de Ejércitos Oberrhein lanzaría ataques de apoyo a la operación, al norte y sur de Estrasburgo, pero solamente después que el ataque a los largo del valle del río Sarre tuviera éxito. La fecha la fijó Hitler para el día 31 de diciembre de 1944 y llevaría el nombre de Operación Nordwind.
El General Max Simon del 13 Cuerpo de Ejército-SS aprestó la 17 División Panzergrenadier-SS "Gotz von Berlichingen", la 36 División Volksgrenadier, la 404 y la 410 Cuerpo de Artillería, la 20 Brigada Lanzacohetes, compañías blindadas con lanzallamas, dos batallones de artillería y uno de observación.
Los alemanes comenzaron el ataque durante las últimas horas del 31 de diciembre con el 13 Cuerpo Panzer-SS arremetiendo a través del valle del río Sarre en dirección al sur mientras dos cuerpos de ejército avanzarían en la misma dirección a través del los bosques de Vosges. Los primeros enfrentamientos con las defensas estadounidenses ocurrieron hacia la media noche después de pasada la sorpresa. Dos divisiones de infantería del ejército de Patch se encontraban muy bien atrincheradas en el valle del río Sarre. Unidades francesas de la 2da División Blindada se unieron a las divisiones 44, 100 y 63 y al mejorar el clima, la aviación aliada deteniendo el ataque alemán que sin embargo logró abrir brechas dispersas, pero al no contar con fuerzas de reserva y sin apoyo aéreo vio frustradas sus esperanzas. El día 4 de enero, el Alto Mando de la Wehrmacht resolvió detener el avance.
El segundo ataque fue lanzado en Bitche también a través de Vosges en dirección al sur. Esta vez los alemanes obtuvieron mejores resultados a partir de sus posiciones en la Línea Maginot que se encontraba en manos alemanas. Sin un ataque previo de artillería y con el cielo cubierto que impidió el despegue de la aviación aliada los defensores fueron sorprendidos. En los cuatro días siguientes el ataque penetró cerca de 20 kms en las líneas estadounidenses.
Los estadounidenses recibieron refuerzos conteniendo apenas el ataque alemán. La 6ta División de Montaña-SS "Nord" fue enviada a través de la brecha abierta durante el ataque. Los alemanes estaban acostumbrados a la lucha en la nieve pues recién habían sido retirados del frente en Finlandia, pero necesitaban ser relevados o al menos reforzados para poder mantener la continuidad del ataque. Eso no ocurrió el prometido ataque del Grupo de Ejércitos Oberrhein nunca fue autorizado. Por su parte el General Patch decidió enviar a la 103 División de Infantería para reemplazar a las fuerzas agotadas de la Fuerza de Tarea Herren estabilizándose el frente.
Durante seis días la 6ta División de Montaña-SS retuvo la población, soportando el embate de las fuerzas estadounidenses que trataron por todos los medios de recapturar la ciudad. Las bajas fueron enormes para ambas partes, pero los refuerzos nunca llegaron porque los caminos congelados impidieron el traslado de las unidades mecanizadas y carecieron de apoyo de unidades de zapadores. También el apoyo de la artillería alemana dejó mucho que desear. Definitivamente la Wehrmacht estaba desarticulada, los abastecimientos totalmente escasos y descoordinados y la falta de apoyo aéreo era evidente.
El ataque alemán no llegó a la cercada ciudad de Colmar y con ello quedaba sellado el fin de la Operación Nordwind con más fuerzas alemanas cercadas en las montañas de Vosges.
Fuente: http://www.exordio.com/1939-1945/militaris/batallas/nordwind.html
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